Comité Federal: esperando argumentos

Foto: EFE

Los Enteraos, chirigota de Cádiz de 2009, decían en una de sus letras: “Están hablando de la crisis y no se enteran de ná, es que hablan sin saber, es que hablan por hablar”. Remedándoles, podíamos poner PSOE donde dice crisis y la cosa quedaría así: “Están hablando de candidatos y no se enteran de , es que hablan sin saber, es que hablan por hablar”.

Lo malo de la ausencia de dirección no es saber si el PSOE celebrará su Congreso antes o después del verano. Lo peor es que esa ausencia ha dejado a un montón de gente sin saber adónde ir y a militantes de un bando insultando a otros a través de las redes sociales.

De insultar a los políticos, los españoles sabemos un rato. ¿O es que acaso alguien conoce alguna reunión familiar, alguna cena de Noche buena, algún bar o alguna manifestación donde no se practique ese deporte nacional? El insulto al político forma parte de la marca España.

El insulto genérico está presente en nuestra vida cotidiana. Basta que un conductor cometa un error saliendo de una rotonda o haciendo un adelantamiento comprometido para que los bocinazos o las luces largas acompañados del insulto correspondiente hagan su aparición sin más finalidad que descargar la mala leche del que insulta, porque el mal ya estaba hecho y no había posibilidad de corregirlo. Nada que decir si uno tiene la desgracia de aparecer por un estadio donde se juegue el partido de la máxima rivalidad y al colegiado del encuentro se le ocurra pitar un penalti en contra del equipo de casa, donde el forofo cegato solo ha visto un claro despeje del balón por parte del defensa especializado en romper espinillas de los rivales.

Ni siquiera en los ambientes más culturales o más intelectuales se libran de amenazas, improperios o faltas de respeto por parte de quienes deberían tener como obligación mantener la paciencia y la serenidad ante la discrepancia o el argumento contrario. El propio Jorge Luis Borges nos detalló en El arte de injuriar la anécdota siguiente: En un bar inglés, dos tertulianos discutían sobre teología cuando uno de ellos le arrojó una copa de vino al otro; el ofendido se limitó a replicar, con notable flema inglesa: “Esto, señor, es una digresión; espero su argumento”.

Nadie debería insultar o perder la compostura a la hora de juzgar a aquellos que se abstuvieron en la investidura del candidato popular.

Por eso, ahora, cuando se acerca la hora en la que el Comité Federal socialista tiene que retratarse definitivamente sobre el camino a seguir, esperamos argumentos. Nadie debería insultar o perder la compostura a la hora de juzgar a aquellos que se abstuvieron en la investidura del candidato popular. Vilipendiar a quienes no les produjo urticaria abstenerse para que Rajoy fuera investido presidente del Gobierno no deja de ser una imprecación innecesaria que no conduce más que al enfrentamiento y a la inhabitabilidad en el seno del partido socialista.

Ahí fuera hay una militancia suspirando por el derecho a decidir, pensando, porque así se les ha hecho creer, que son ellos, y nada más que ellos, los que deciden en ese partido, cargándose de un plumazo la democracia representativa y poniendo en manos de quien resulte elegido todo el poder de decisión sobre los caminos que deberá seguir el PSOE en su Congreso Federal.

Como el tertuliano de Borges, hasta ahora en las posiciones socialistas solo ha habido digresiones. ¿Cuáles son los argumentos reales que manejan quienes aspiran a decidir el futuro inmediato del PSOE? Javier Fernández, presidente de la Comisión Gestora, que cuando habla se reconoce en él al PSOE de siempre, dijo algo relacionado con la parcela y el edificio. En estos momentos, por la torpeza y la impericia de muchos, y por la ambición de pocos, la parcela vale mucho más que el edificio. Por eso no estará de más recordar que la tala y quema de la vegetación de una parcela constituyen un método de cultivo empleado desde hace miles de años por su eficacia en limpiar el terreno y dejarlo apto para cultivar rápidamente especies forestales o agrícolas. La técnica involucra la tumba de un área nueva cada vez que termina un ciclo de producción. El último Comité Federal ya quitó parte de lo que la mayoría de sus miembros creían que eran malas hierbas, y desmontó algunos árboles que consideraron que impedían el saneamiento de la parcela. Ahora solo queda la quema que, como todo buen agricultor sabe, se hace al final de la época seca.

Y de esa quema no se pueden escapar quienes llevaron al PSOE hasta el escándalo del Comité Federal del pasado 1 de octubre. Es la segunda vez en democracia que se provoca una crisis en el partido socialista sin que los provocadores tuvieran prevista la salida a la misma. En el 28 Congreso de mayo de 1979, los defensores del marxismo consiguieron derrotar las tesis socialdemócratas del secretario general. La falta de una alternativa hizo posible que Felipe González terminara por imponer su liderazgo y sus tesis en el Congreso Extraordinario de septiembre de ese mismo año. El 1 de octubre pasado, la mayoría del Comité federal obligó a dimitir al secretario general sin que sepamos cuál era la alternativa que ofrecían. El próximo día 14, esa mayoría tiene la oportunidad de argumentar sus razones y alternativas porque ya va siendo muy largo el tiempo de las digresiones.

Leer “Comité federal: esperando argumentos” en El Huffingtonpost

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