¡Que hablen los mudos!

Foto: EFE
En las páginas 68 y ss. del documento que Podemos envió al PSOE para su debate y aprobación, y que lleva por título UN PAÍS PARA LA GENTE. Bases políticas para un Gobierno estable y con garantías, puede leerse lo siguiente: “El Gobierno del cambio debe empezar por el reconocimiento previo y especifico de las diversas realidades nacionales, para poder abordar después el modelo territorial”. “Se debe entender España como país de países”. “La Constitución vigente solo reconoce a una nación – la española- y mantiene en una posición subalterna a otras naciones que conviven en el Estado”. Para ese menester, los redactores del documento piden la “modificación del artículo 2 de la Constitución española, para que se comprometa a reconocer y respetar la realidad plurinacional y de comunidades políticas que conforman España”.

El documento sigue ajustándose a esa supuesta realidad plurinacional y expresa su voluntad de que el encaje de esas naciones en España pueda ser decidido por aquellas que lo hayan planteado con especial intensidad.

Seguramente, para un componente de En Comú Podem o de En Marea, lo que he transcrito literalmente no sea ni sorprendente ni nuevo. Que ellos lo defiendan y que peleen por el reconocimiento de algunas naciones dentro de España entra dentro de su lógica nacionalista y separatista. Lo sorprendente es que sea Podemos quien también defienda eso porque o los componentes de esa formación política de regiones como la andaluza, la extremeña, la castellano-manchega, la castellano-leonesa, la riojana, la murciana, la cántabra, la asturiana han estado sufriendo en silencio durante muchos años su decidida apuesta por la realidad plurinacional de España -¡qué bien callado se lo tenían!-, o no saben lo que está defendiendo su formación en ese terreno de la estructura territorial de España, o deben una explicación a las circunscripciones por las que han salido elegidos diputados.

Sería muy saludable de cara al futuro que los campeones de la transparencia y los representantes de la nueva política dieran la cara en esta materia y que, por ejemplo, los diputados nacionales David Bravo Bueno, Noelia Vera Ruíz-Herrera, Juan Antonio Delgado Ramos, Marta Domínguez Álvarez, Ana Belén Terrónl, Isabel Franco Carmona, Alberto Montero Soler, María Isabel Medina Suárez, Sergio Pascual, María Auxiliadora Honorato, desde Andalucía; Jorge Luis Bail, Pedro Arrojo Agudo, desde Aragón; Sofía Fernández Castañón, Segundo González García, desde Asturias; Rosa Ana Alonso Clusa, desde Cantabria; María Gloria Elizo Serrano, desde Castilla-la Mancha; Miguel Vila Gómez, Ana Marcello Santo, Juan Manuel del Olmo Ibáñez, desde Castilla y León; Amparo Botejara Sanz, dese Extremadura; Javier Sánchez Serna, desde Murcia; o Sara Carreño, desde La Rioja, les contaran a sus votantes y nos aclararan lo siguiente:

  • Uno: si están o no de acuerdo con la definición plurinacional de España. Si la respuesta es positiva, en qué definición creen que está encuadrada la circunscripción por la que han sido elegidos diputados: ¿Son regiones, nacionalidades o naciones?
  • Y dos: ¿están de acuerdo con el derecho de los catalanes a decidir sobre la pertenencia o no de Cataluña a España? Si están de acuerdo, ¿van a defender ese derecho en sus respectivos territorios? Si no lo van a hacer, ¿dónde se han oído sus voces oponiéndose a semejante ataque a la soberanía nacional? Y si lo van a defender ¿van a tratar de pelear por ese derecho con especial intensidad o lo van a dejar al ralentí?

Es una lástima que los representantes de la nueva política estén más callados que un muerto y solo se oiga y se vea la voz y la escenografía de su jefe de filas. Se podría llegar a pensar que, más que de círculos podemitas, estamos hablando de cotos, propiedad del cacique. No sé si los profesionales de la prensa tendrían algún interés en trasladar a sus lectores, oyentes y televidentes la cualificada opinión de esos diputados culiparlantes que parece que solo aspiran a hacer el caldo gordo a independentistas que, de cuando en cuando, califican de charnegos, maketos o vagos irredentos a quienes habiendo nacido en las tierras por las que ellos son diputados, decidieron en tiempos pasados acudir a trabajar allí donde el nacionalismo español premió la adhesión de sus burguesías a las dictaduras patrias.

No parece que Pablo Iglesias piense en ninguno de los diputados que he nombrado para ser ministro de Plurinacionalidad. Ya le asignó la cartera a uno de En Comú Podem. Y los otros, los que hacen el caldo gordo, a aplaudir.

Leer “¡Que hablen los mudos!” en El Huffington Post

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