marzo 2013
Los porqués de la reunión secreta entre Artur Mas y Mariano Rajoy (elconfidencial.com)
A través de los medios de comunicación hemos podido saber que el Presidente de la Genaralitat de Cataluña y el Presidente del Gobierno de España se han reunido en secreto, se supone que en La Moncloa. ¿Cómo ha sido? ¿Para qué ha sido?
No se sabe a iniciativa de quien fue el encuentro; sí se sabe que fue secreto. Si la propuesta de cita partió de Moncloa, ¿qué sentido tiene que Mariano Rajoy se entreviste con Artur Mas en secreto? El Presidente del Gobierno no es un cargo público dotado de poderes absolutos, sino que es la consecuencia de la decisión democrática de los diputados españoles, quienes reunidos en una sesión de investidura votan para presidente a quien ha sido propuesto, que no elegido, por el Jefe del Estado. En consecuencia, el jefe del Gobierno no puede mantener una agenda secreta porque su responsabilidad como gobernante está sometida al control del Congreso de los Diputados; y ese Congreso difícilmente podrá exigir esa responsabilidad al presidente si sus acciones de gobierno no son públicas, sino herméticas.
En una democracia seria, asentada y de verdad, los ciudadanos deberíamos exigir cuentas, no tanto al presidente por ocultar su agenda, sino a los diputados por permitir que se escapen a su conocimiento los actos y acciones del presidente que ellos eligieron.
Si la propuesta de entrevista partió del Presidente de la Generalitat, el argumento anterior sirve para el Parlamento catalán y para los ciudadanos de Cataluña. Lo que no se entiende bien es que, si fue Artur Mas quien quiso ver a Rajoy, ¿cómo es posible que el autor de la petición de entrevista osara poner condiciones a la celebración de la misma, incluyendo entre esas peticiones que la cita fuera secreta? Y lo que se comprende peor es que el Presidente Rajoy aceptara el secretismo para recibirle en La Moncloa.
Para seguir manteniendo el apoyo de ERC, Mas acude a La Moncloa vergonzosamente para pedir ayuda a Rajoy
¿Por qué Artur Mas quería el hermetismo? ¿Es que acaso temía que cuando regresara a Barcelona no hubiera nadie esperándole en la Plaza de Sant Jaume para aplaudirle y vitorearle como ocurrió en la ocasión anterior, cuando dio un sonoro portazo al titular del Palacio de La Moncloa? ¿Es que volvía a la sede de la Presidencia del Gobierno de España agachando las orejas y no quería que los ciudadanos catalanes supieran de su derrota?
¿Para qué se reunieron? Dicen las crónicas periodísticas que para hablar del déficit de la comunidad autónoma que preside el señor Mas. O sea, como siempre, de dinero. Como es sabido, las Comunidades Autónomas españolas están obligadas a limitar su déficit para el ejercicio de 2013 al 0,7% del PIB de cada una de ellas. Eso significa que la Generalitat de Cataluña tiene la obligación de realizar un recorte de 4.400 millones de euros, cosa que Mas no está dispuesto a hacer, entre otras cosas, porque su aliado -ERC- no le apoyaría parlamentariamente, lo que significaría el fin de su aventura soberanista. Y para seguir manteniendo ese apoyo, Mas acude a La Moncloa vergonzosamente para pedir ayuda a Mariano Rajoy, diciendo algo así como “por Dios, Rajoy, permíteme que mi déficit no sea del 0,7% porque, de lo contrario, ERC me manda a casa”.
Dicen las informaciones de los que parecen saber algo más de la reunión clandestina, que Rajoy está dispuesto a conceder semejante favor, con lo que conseguiría dos cosas: por una parte, salvar la inestabilidad parlamentaria de CIU al frente del gobierno catalán que no es otra cosa que la consecuencia de la torpeza de Mas que, en un alarde de vista, disolvió el Parlamento catalán con la intención de conseguir una mayoría absoluta bajo el señuelo del referéndum de autodeterminación, quedándose al final de la operación como el gallo de Morón; y por otra parte, afrentar escandalosa y alevosamente a las Comunidades Autónomas que sí hicieron el esfuerzo de conseguir reducir sus respectivos déficits a los niveles pactados con el Gobierno de España.
¿Qué dirán ahora los presidentes de Comunidades Autónomas que dejaron sus regiones como puros eriales para cumplir los objetivos del déficit? ¿Qué pensarán los ciudadanos de esos territorios que tan preocupados andaban creyendo que en España se iba a armar la de San Quintín, cuando Mas salió de La Moncloa pregonando a los cuatro vientos que él iba a convocar un referéndum legal o ilegal para conseguir la independencia de Cataluña? ¿Qué pensarán de la política cuando hayan leído que los dos presidentes acuerdan cosas que nos afectan a todos en el más absoluto secreto?
¿Cuándo debe dimitir un cargo público? (elconfidencial.com)
“El juez de la Audiencia Nacional Javier Gómez Bermúdez ha decidido echarle un pulso jurídico a su colega Pablo Ruz. Bermúdez ha dictado hoy un auto en el que pide a Ruz, instructor del caso Gürtel, que se inhiba de la investigación sobre los papeles del extesorero del PP, Luis Bárcenas” (El País, 19/03/2013).
Ya ven, dos jueces echándose un pulso a la vista del respetable para ver quién se queda con el caso Bárcenas que, para la mayoría de los españoles, es un escándalo. Sin embargo, para ambos jueces parece ser un regalo por el que hay que pelear, dando la sensación que lo que se busca no es hacer justicia sino lucir pomposamente en el paseíllo mañanero por la alfombra de la calle Prim, por donde se ve desfilar a algunos jueces y magistrados –los llamados estrellas– con cara de no saber que varias cámaras les graban pero sabedores de que su cara será portada de periódicos y de telediarios.
Si se une eso al famoso dicho “depende del juez que te toque”, que tantísimas veces repiten los abogados defensores cuando los clientes que pleitean les preguntan por el destino final de su pleito, se entenderá perfectamente lo complicado que supone responder correcta y acertadamente a la pregunta que últimamente se formula la calle y la prensa: ¿En qué momento se debe dimitir de un cargo público cuando el titular del mismo se da de frente con la Justicia?
Basta leer diariamente la prensa para darse cuenta de que la Ley es una, mientras que los jueces son varios y diferentes y, por eso, cuando se trata de averiguar si la Ley te amparará en aquellos hechos que consideras que son vulnerados por otros, no hay forma humana de saberlo. Sencillamente nuestro destino en esas situaciones depende de lo que decidan personas que son jueces, más que de las leyes, puessegún quién sea la persona que te juzgue saldrás inocente o culpable del juicio.
La Ley es una, mientras que los jueces son varios y diferentes y, por eso, cuando se trata de averiguar si la Ley te amparará en aquellos hechos que consideras que son vulnerados por otros, no hay forma humana de saberlo
¿En España es legal que una madre dé dos guantazos a su hija menor de edad? La respuesta que te daría un abogado sería «no sé, depende del juez que te toque». El profano en Derecho se escandalizará y dirá, con razón, «pero… ¿no hay una ley que diga si es o no delito?». Sí, pero un juez, en ese caso, sancionó a una madre que hizo eso retirándole dos años la guardia y custodia y prohibiéndole acercarse a ella mientras durara la condena, en tanto que otro cambió la sentencia del primero porque, aplicando la misma legislación, consideró que la sanción impuesta excedía con creces la acción de la madre.
Ya saben, “dependiendo del juez que toque” una niña de ocho años se quedó con un castigo -las bofetadas de la madre- y con otro, la sentencia del primer juez que, creyendo sancionar a la madre, castigó a la niña a estar dos años sin ver a su progenitora; otro juez consideró cruel semejante sentencia. “Depende del juez que te toque”.
Si en España supiéramos que la Justicia no depende del juez que te toque, o si se supiera que tras una dimisión por imputación, a los tres o cuatro meses habría un pronunciamiento claro sobre la inocencia o culpabilidad del dimitido, no habría inconvenientes en defender que cualquier cargo público, nada más ser imputado por la sospecha de haber cometido algún acto aparentemente alejado de lo que debe ser el cumplimiento estricto de la legalidad, debería dimitir de ese cargo para afrontar serenamente la acción de la justicia.
No sólo sería recomendable que se hiciera así, sino que además, la dimisión temprana evitaría el penoso calvario que supone para un imputado la pena de los telediarios. ¿Por qué no se hace así? Porque un dimisionario tendrá que esperar cinco a seis años a que se sepa si era culpable o inocente -¿a dónde volverá si resultara inocente?- y porque a nadie le debe dar confianza ver a dos jueces peleando por ver quién lleva un caso. ¿Qué buscan cuando pleitean por quedarse con los casos más llamativos? ¿Qué clase de Justicia es aquella en la que el resultado de un juicio no depende de los hechos y de las leyes, sino del juez que te toque?