Reyes Magos y Monarquía (elconfidencial.com)

Yo no creo en los Reyes Magos, pero cada noche del día 5 de enero, preparo los regalos que voy a hacer a mis seres queridos y espero recibir los que esos Reyes habrán depositado en las casas de esos familiares y amigos. No creo en los Reyes Magos, pero acudo cada tarde del 5 de enero a la cabalgata que trae a Sus Majestades de Oriente y llevo a los más pequeños de la familia para que le entreguen la carta de petición de regalos a Gaspar, que es el rey preferido en mi casa. No se me ocurre tirar de la barba de ese Mago porque si lo hiciera sé que me encontraría con la cara del concejal de festejos de mi pueblo. No creo en los Reyes Magos pero mantengo la ficción de su existencia, porque creo que no hacen daño y porque prestan un gran servicio a la convivencia, al encuentro familiar y a que los niños se acuesten un día al año sin protestar por lo temprano que le mandamos a la cama.

Tampoco creo en la Monarquía, pero cada día que oigo hablar de ella y de las personas que conforman la Casa Real mantengo la ficción de que la sangre que corre por sus venas es sangre de un color distinta a la del resto de los ciudadanos; sé que tienen la sangre roja, pero me creo que la tengan azul. Y no se me ocurre preguntar al cirujano que interviene quirúrgicamente al Rey de España sobre el color de la sangre Real, porque sé que me encontraría con un ser humano igual que el resto de los que vivimos en España.

La Monarquía que protagoniza y encabeza el Rey D. Juan Carlos ha traído más beneficios que perjuicios a mi país; mírese, si no, el tiempo de democracia, libertad y progreso del que ha disfrutado España con este Rey y compárese con otras etapas de la historia de España.

Si se quiere mantener la ficción monárquica, no debemos comenzar a pedir actuaciones que, al igual que ocurre con los Reyes Magos, nos devuelven la imagen del concejal de mi pueblo. Ya sé que los Reyes Magos no van por ahí cazando renos o haciendo negocios aprovechando su magia; sabemos que aparecen y desaparecen sin hacer ruido y sin que sepamos cómo es su vida privada. El día en que a la prensa le dé por investigar las razones por las que Melchor es el primero, Gaspar el segundo y Baltasar el tercero, tendremos serios problemas para mantener la ficción, entre otras cosas porque ya se encargarán los que estén más atentos a la no discriminación por razón de raza, de averiguar que el racismo ya existía desde hace veinte siglos y que ese racismo es la causa de que el Rey negro siempre sea el último, aunque para los menores de edad resulte el más simpático. No digo nada si los defensores de la igualdad y no discriminación comienzan a exigir que entre el trío de Reyes figure como mínimo una Reina. Eso sin querer entrar en los aspectos fiscales y tributarios que nos llevaría muy lejos, sobre todo si alguien pretendiera investigar el pago del IVA por los juguetes que los Reyes Magos compran en El Corte Inglés o en Toy’s R Us. Si esas cosas comenzaran a tratarse en la prensa y en las tertulias, incluidas las tertulias del corazón, no habría quien fuera capaz de mantener en pie la Institución secular de los Reyes Magos.

Y si algún día se descubriese que esos Reyes, en sus vidas privadas, cometen algunos errores que no casan con la imagen que deben transmitir a la opinión pública, todos tendríamos que reconocer que algo de culpa tuvimos, porque durante siglos sólo quisimos preocuparnos de los regalos que nos traían, sin importarnos de donde venían esos regalos, donde los compraron y quién les daba el dinero. Si desde el principio se le hubiera hecho saber a los Magos que su comportamiento debería ajustarse a determinadas pautas de conducta y que no íbamos a tolerar que adaptaran sus vidas privadas a la vida de los que no éramos Magos, ahora tendríamos derecho a exigir responsabilidades y ellos sabrían que la ruptura de la magia y de la ficción fue la consecuencia de que quisieron ser Reyes, Magos y ciudadanos al corriente de sus deberes fiscales, y eso, como se dice en mi tierra, es el guarro gordo y barato.

Ya sé que República es un sistema más acorde con los tiempos que Monarquía. Supongo que los holandeses pensarán lo mismo.

Lo dicho, no creo ni en los Reyes Magos ni en los Reyes terrenales, pero en uno y otro caso, estoy interesado en que se mantenga la magia; en el primer caso, porque aunque me cuesta la paga extra, lo cierto es que al final, casi siempre salgo ganando si echo las cuentas entre lo que regalo y lo que me regalan; en el segundo caso porque la Monarquía que protagoniza y encabeza el Rey D. Juan Carlos ha traído más beneficios que perjuicios a mi país; mírese, si no, el tiempo de democracia, libertad y progreso del que ha disfrutado España con este Rey y compárese con otras etapas de la historia de España, con Monarquía o con República.

Los españoles no somos expertos en cambiar de régimen; salvo el paso de la dictadura de Franco a la democracia actual, en la mayoría de las ocasiones el cambio ha sido la consecuencia de factores que llevaban el germen de la división entre nosotros, cuando no de violencia y de inestabilidad. Ya sé que República es un sistema más acorde con los tiempos que Monarquía. Supongo que los holandeses, tan modernos o más que nosotros, pensarán lo mismo. Pero, ¿vieron la coronación del Rey Guillermo?

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