septiembre 2015

Madrid y Barcelona

BarcelonaFormar parte de una comunidad en la que destaque espectacularmente una de las ciudades que componen el territorio de esa comunidad tiene la ventaja de que se tiene una referencia importante, como la cruz de guía del colectivo, y el inconveniente de que la parte llega a representar simbólicamente al todo. Eso es lo que ocurre en Cataluña y en la Comunidad Autónoma madrileña. Barcelona y Madrid son las partes, pero que los que no viven en ellas, las identifican con el todo.

Acuerdo con Felipe González… y con Borrell

Josep Borrell (EFE)La semana pasada escribí en estas mismas páginas un artículo que llevaba por título Acuerdo y desacuerdo con Felipe González. Después de lo visto, del desmentido de Felipe, y del silencio posterior, no tengo más remedio que titular este con el de Acuerdo con Felipe González, puesto que el desacuerdo ya no existe. Creo que no dijo lo que el periodista de La Vanguardia dijo que dijo, y no tengo ganas de preguntar por las razones que llevaron al periodista a entrecomillar una frase que Felipe no dijo. Si hubiera sido un político el que hubiera manipulado algo tan transcendente en estos momentos, se hubiera pedido su dimisión inmediata.

Incómodos

«Para que Cataluña se sienta cómoda en España» es una de las frases que más veces se han repetido desde que el señor Artur Mas acudió a La Moncloa a tratar de negociar un nuevo acuerdo de financiación autonómica para Cataluña y volvió a Barcelona defendiendo el derecho de autodeterminación de uno de los territorios que forman parte de España desde que este Estado se reconoce como tal.

Oyendo esa frase, se tienen la sensación de que España está formada por un conjunto de pueblos, todos contentos y felices de ser, sentirse y vivir en España, menos uno, Cataluña que se siente desgraciado por convivir con el resto. Ante ese tipo de cavilaciones, caben un par de reflexiones o preguntas.

Acuerdo y desacuerdo con Felipe González

Felipe González (EFE)Nunca -ni antes ni ahora- escuché a Felipe González establecer una comparación entre el nazismo o el fascismo y lo que ocurre en estos momentos en España y, más concretamente, en Cataluña. Y, tampoco, esa analogía se puede deducir del brillante artículo que recientemente publicó en El País bajo el título de A los catalanes. Sí deduje del párrafo en el que afirma que la liquidación del mismo Estatuto y de la Constitución en que se legitima, si se obtiene un diputado más en esa lista única de rechazo (…) es lo más parecido a la aventura alemana o italiana de los años treinta del siglo pasado. El señor Mas sabe que, desde el momento mismo en que incumple su obligación como presidente de la Generalitat y como primer representante del Estado en Cataluña, está violando su promesa de cumplir y hacer cumplir la ley; y se puede establecer un paralelismo entre la conducta de Artur Mas, tratando de romper la legalidad desde dentro del sistema, con la manera en que una marcha sobre Roma o unos poderes excepcionales al canciller alemán acabaron con sus democracias desde dentro.

Castos y casta

Pablo Iglesias (EFE)A propósito de las declaraciones que algunos dirigentes de Podemos han hecho en los últimos días en relación con posibles alianzas de esta formación política con el PSOE tras las elecciones Generales próximas, algunos críticos se han tirado al cuello de Errejón y de Pablo Iglesias por la incoherencia que supone el hecho de que el primero casi apostara por un gobierno de coalición entre el partido socialista y Podemos, mientras que el segundo, y secretario general de Podemos, haya desautorizado las mismas, rechazando tal posibilidad y dando por buena una posible e imaginaria coalición gubernamental PSOE-PP. No es extraño que ocurran esas cosas y no hay que tener muy en cuenta las opiniones que actualmente se lanzan sobre las posibilidades de gobierno que se plantearán el día después de que se conozcan los resultados electorales y la decisión de los votantes. Como dijo un poeta alemán, cuyo nombre no recuerdo, allá por el siglo XIX, «las críticas son como los testamentos. Solamente es válido el último».

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