¿Y qué hacer?
Los mapas que nos trajeron hasta aquí ya no sirven. Las coordenadas por las que se regía el mundo de la economía, de la política, de la cultura no contemplaban realidades que hoy existen y que ayer no estaban. Algunas cifras nos sitúan en una realidad inimaginable hace sólo 15 años: en los próximos diez años, una persona desempeñará hasta catorce trabajos diferentes antes de cumplir los 40. Más de la mitad de los trabajadores no llegan a alcanzar la cifra de cinco años de antigüedad en su trabajo. Hay algo más de mil seiscientos millones de personas registradas en Facebook. La compañía Google registra tres billones de búsquedas diarias. El número de whatsapps que se mandan cada día asciende a treinta mil millones. Las ocho carreras universitarias que se demandarán en 2020 aún no han sido creadas. El 92% de los datos de los que tiene constancia la humanidad desde que existen los registros físicos se han generado en los dos últimos años. Cada segundo el mundo oye sonar doscientos millones de teléfonos móviles. La tecnología digital está permitiendo que cada vez más cosas se puedan conectar a internet (internet de las cosas), de tal forma que los propios bienes producidos incorporan dispositivos que les proveen de capacidad de transmisión e información en tiempo real. Nunca antes de ahora, los consumidores, fabricantes, comercializadores y proveedores podían estar conectados gracias al desarrollo de la tecnología asociada a Internet, que permite la transferencia de información en tiempo real y a coste reducido.
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