marzo 2016

Certezas y paradojas

No pretendo con este escrito convencer a nadie de nada. Compartir certezas y dudas se me antoja necesario en este complicado momento en el que vivimos. Nadie sabe, por ejemplo, si es cierto que un gobierno cuyo presidente fue la consecuencia de un parlamento surgido de unas elecciones, debe rendir cuentas o no de su acción de gobierno ante otro parlamento, consecuencia de otras elecciones posteriores.

De lo que no cabe la menor duda -y ahí va mi primera certeza- es de que es el Parlamento, y no los ciudadanos, el que elige al presidente de un gobierno en un sistema parlamentario como el que diseña nuestra Constitución, a diferencia de lo que ocurre en los sistemas presidencialistas. Resulta paradójico y contradictorio que, para demostrar el nivel de democracia en el funcionamiento interno de un partido, la prueba del nueve sea la de elegir o no a su candidato a presidente del Gobierno, alcalde o presidente de comunidad autónoma por el procedimiento de primarias.

Acortar plazos o cambiar género

Cuando el diputado Xavier Domènech, líder de En Comú Podem, acabó su intervención en el debate de investidura, Pablo Iglesias, portavoz de Podemos se abalanzó sobre él para abrazarle y besarle los labios. Nada pasó y a nadie escandalizó. Por eso, cuarenta y ocho horas después, ese mismo Pablo Iglesias volvió a la tribuna de oradores del Congreso para sorprenderse de que, habiendo besado a un hombre en los labios, nadie hubiera manifestado su escándalo. Cualquiera diría que estaba celoso de su compañera Bescansa que, con su aparición en el hemiciclo con el niño a cuestas, sí levantó opiniones y comentarios de todo tipo y calaña. El adanismo de Iglesias le lleva, a veces, a olvidar que antes de que él llegara, el PSOE y varios grupos parlamentarios habían aprobado leyes en el parlamento que terminaban con la discriminación que suponía ese tipo de amores.

¿A QUIÉN IBA A BESAR, SI NO?

Terminó un diputado de Cataluña su intervención en el debate de investidura del candidato a presidente del gobierno  y Pablo Iglesias se avalanzó sobre él para abrazarle y besarle  los labios. Nada pasó y a nadie escandalizó. Por eso, cuarenta y ocho horas después, ese mismo Pablo Iglesias volvió a la tribuna de oradores del Congreso de los Diputados para sorprenderse de que, habiendo besado a un hombre en los labios, nadie hubiera manifestado su disgusto o su escándalo. Cualquiera diría que estaba celoso de su compañera Bescansa que, con su aparición en el hemiciclo con el niño a cuesta, si levantó opiniones y comentarios de todo tipo y calaña. El adanismo de Pablo Iglesias le lleva, a veces, a olvidar que antes de que él llegara, el PSOE y varios grupos parlamentarios habían aprobado leyes en el parlamento español que terminaban con la discriminación y escándalo que suponía ese tipo de afectos y amores.

Bolsas y flores

A los hijos de Isaías Carrasco

La pregunta es: ¿Qué hacían a la puerta de la cárcel de Logroño tantos medios de comunicación el pasado día 29 de febrero? ¿Cuáles eran las urgencias informativas de la población española como para que tanto periodista y tanta cámara de televisión estuvieran desde tempranas hora de la mañana, esperando la salida de un preso que había ingresado en prisión por su pertenencia a banda armada? ¿Qué esperaban que dijera semejante personaje? ¿Qué tiene de noticiable que alguien salga de prisión después de haber cumplido condena por haber sido de ETA? Tanta gente de la prensa fue la excusa que le sirvió a Otegi para afirmar que a los demás presos no se les dispensa tal tratamiento informativo; que si estaba allí tanta cámara de TV, por algo sería. Y ese algo para él -y para los que piensan y mataban y secuestraban como él- es que él no era un preso que había sido encarcelado por haber delinquido sino por haber pensado políticamente de manera diferente a como se piensa por el resto de los ciudadanos. Que él era un preso político.   Tanta cámara animó, también, a Pablo Iglesias a proclamar a los pocos minutos de la puesta en libertad de Otegi que su puesta en libertad era una buena noticia para los demócratas y que nadie debería ir a la cárcel por sus ideas.

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