mayo 2021

¿Quiénes somos nosotros?

Hemos bautizado a los niños marroquíes con el apodo de menas como si fueran componentes de una banda de criminales que vienen a asaltar nuestro país

Dos niños marroquíes sobre un muro en la nave de primera acogida del polígono del Tarajal. Europa Press
Dos niños marroquíes sobre un muro en la nave de primera acogida del polígono del Tarajal. Europa Press

Usted que está empezando a leerme, piense lo siguiente: su nieta, su hijo, su mujer, su padre o su madre, su hermano han nacido en el África subsahariana. No tuvieron la suerte que tuvo usted y que tuve yo que nacimos en un país como España o como Francia o como Alemania. No hicimos nada para tener esa suerte. Ellos tampoco hicieron nada para tener esa desgracia. A usted y a mí nos criaron nuestros padres. Para no enfermar -o si lo hacíamos- contábamos con un excelente sistema sanitario. Hemos contado con médicos que nos curaron cuando lo necesitamos. Pudimos iniciar nuestro desarrollo intelectual acudiendo a magníficos centros educativos donde nos encontramos con profesores y maestros que nos enseñaron y nos prepararon para poder enfrentarnos a los retos y desafíos de la sociedad. Ellos, que nacieron en esa África subsahariana, no tuvieron esas oportunidades educativas, sanitarias, profesionales y personales. Su único delito fue haber nacido en el lugar equivocado. Nacieron más al sur que nosotros. Como hemos visto en estos días, si muchos de los que se tiraron al agua para llegar a nuestro país hubieran nacido un metro más acá, hubieran gozado de todos los derechos de los que disponemos usted y yo. Solo un metro es la distancia que separa la democracia del autoritarismo, los derechos humanos de la falta de oportunidades, la guerra de la paz.

La vida te da sorpresas

Me sentí engañado por los que durante un par de años nos han estado exigiendo amnistía para los políticos en prisión

Pere Aragonès y Jordi Sánchez.
Pere Aragonès y Jordi Sánchez.

Una de las acepciones que nos proporciona el diccionario de la palabra sorpresa es la de “engañar a alguien aprovechando su buena fe”. Lo digo porque la última semana ha transcurrido de sorpresa en sorpresa, no sé si por mi buena fe o por haber descubierto lo que alguien ocultaba o disimulaba, que es otra de las acepciones del morfema sorpresa.

Sin novedad, señora baronesa

En 1996, Felipe González, tras perder las elecciones frente al PP de Aznar, renunció a repetir como secretario general del PSOE. El nuevo PSOE que a partir de 1974 abanderaron Felipe y Alfonso Guerra junto con una nueva generación de dirigentes socialistas comenzó a declinar y caminar hacia posiciones que poco a poco han generando desconfianza en parte del electorado español.

Ese PSOE, a partir de 1979, defendió con seguridad su proyecto democrático y fue generando confianza en amplias capas de trabajadores de toda clase y condición, en profesionales liberales, en pequeños y medianos empresarios, en pensionistas, en agricultores, etc., y en amplios sectores del mundo de la cultura que apostaron por un proyecto de izquierdas razonable, creíble y posible. El abandono del marxismo supuso establecer una clara frontera entre el comunismo y la socialdemocracia.

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