Presentación
Mi vida partidaria e institucional, que tan intensamente viví durante cuarenta años, ha pasado a un segundo plano. Eso no significa que las preocupaciones que me han acompañado durante mucho tiempo o las que fui adquiriendo como consecuencia de la interpretación de la realidad que me tocó vivir y transformar cuando pude, hayan desaparecido.
Tras lo ocurrido en los últimos veinte años, como consecuencia de la aparición de las Nuevas Tecnologías de la Información y el Conocimiento, ya nada es ni va a ser igual en el mundo. Esa tecnología ha alterado la realidad de tal manera que a quienes vivimos los tiempos en los que la realidad era únicamente física, nos cuesta trabajo imaginar cómo hacíamos las cosas hace solo diez años. La crisis que llegó, en 2008, para quedarse, nos ha dejado paralizados y sometidos a tratamientos que ya dieron sus resultados desde 1929, pero que ahora han perdido sus efectos por la razón de que esto nos es una enfermedad de las conocidas sino que es una mutación que nos aleja de la sociedad industrial y urbana para meternos en la sociedad del conocimiento, de la inteligencia, de la información y en la globalización. Eso que está a la vista de todos, todavía no es visto por aquellos que consideran que las Nuevas Tecnologías no son más que meros instrumentos para hacer lo que siempre hemos hecho pero algo más rápido, aunque no siempre mejor.
Durante estos últimos cuatro años he dedicado parte de mi actividad a reflexionar sobre la nueva sociedad, plasmando en artículos, debates y conferencias el resultado de la misma. He de confesar que con poco éxito, bien por mi incapacidad bien porque se piensa que eso no tocan en este momento. Una de las conclusiones a las que he llegado es que en lo que respecta a las posibilidades que la nueva realidad nos ofrece, estamos en la prehistoria y que queda casi todo por hacer.
Por eso abro esta página, para aprender de los que saben o piensan en el futuro y para convencer a los que se resisten a verlo que el futuro ya nunca más será como fue.
Si me preocupa el mundo, más me preocupa mi país, España, y mi región, Extremadura. Me preocupa que con los desafíos que tenemos por delante, sigamos hablando de asuntos que corresponden, como mucho, al siglo pasado, léase pactos fiscales, derecho de autodeterminación, terrorismo etarra, asuntos que ya se deberían haber quedado atrás en el temario y que solo sirven para distraer la atención de lo que se hace y se deja de hacer. Contribuir a definir definitivamente una idea de España y apostar por el lugar que nos propongamos conseguir en un mundo, donde la materia prima fundamental es la inteligencia, entra dentro de mis prioridades intelectuales y vitales.
Nadie puede perder la esperanza cuando está todo por hacer; el sistema europeo no ha fracasado y los jóvenes que se indignan no lo quieren tirar por la ventana; lo que quieren es resetear el sistema porque no funciona acorde con los tiempos que vivimos. Resetear con ellos es una manera inteligente de encontrar de nuevo el sentido a la democracia, a la política, a la educación y a la nueva forma de producir. Se trata de apagar y volver a encender para que, de nuevo, podamos emocionarnos ante la conquista de un cima que se llama libertad, progreso, igualdad y fraternidad.
Juan C. Rodríguez Ibarra