¿Cómo nos verán los ciudadanos?

Eduardo Parra / Europa Press

Es tal el desconcierto ideológico en el que anda sumergido el PSOE, que ya ni siquiera somos capaces de ponernos de acuerdo en algunos conceptos que se consideraban básicos e inmutables en el seno de la militancia y en los principios socialistas desde la fundación del Partido Socialista hace 144 años.

Siempre supimos, porque así nos lo enseñaron nuestros antepasados y así lo leímos en cientos de ensayos, que el socialismo democrático se daba de patadas con los nacionalistas y particularmente con los nacionalistas separatistas. No se puede ser socialista y nacionalista al mismo tiempo. O se es socialista o se es nacionalista. Las dos cosas unidas y al mismo tiempo son claramente incompatibles. Y no ha hecho falta más que escuchar al Secretario General de los socialistas vascos en una entrevista que concedió en Onda Cero a Carlos Alsina para consolidar esa premisa. Eneko Andueza juraba y perjuraba en esa entrevista que su partido no pactará con EH-Bildu para hacer lehendakari a un candidato de esa formación independentista. Está claro que esa negativa se encuadra dentro de las esencias de socialistas. Los batasunos son independentistas y, en consecuencia, una pandilla de reaccionarios retrógrados dispuestos a romper amarras con el resto de España en cuanto se les presente la menor oportunidad. Ya lo intentaron con las pistolas y ahora intentarán hacerlo con los votos. Al oír su entrevista me identifiqué con lo que decía. Espero que si después de las elecciones vascas de 2024 los socialistas fueran requeridos para votar al candidato batasuno, Andueza mantenga su promesa y su palabra.

Desde la misma orilla, el actual Ministro de Transportes, Oscar Puente, afirmó en el Parlamento, con absoluta naturalidad y total normalidad, que le parecía muy bien que un partido democrático y progresista (EH-Bildu) ocupara una alcaldía de una capital de provincia.

¿En qué quedamos? Si EH-Bildu es para un ministro socialista un partido democrático y progresista, por qué el Secretario General de los socialistas vascos niega cualquier posibilidad de pactar con EH-Bildu, si es democrático y progresista. Y si lo socialistas vascos reniegan de semejante compañía, ¿por qué los socialistas navarros le entregan la alcaldía de Pamplona?

Se nos dice a quienes negamos el entendimiento con EH-Bildu que durante años reclamábamos a los etarras que dejaran las pistolas y acudieran a las instituciones democráticas. Y que ahora que lo han hecho, pretendemos negarles la condición de socios en el Parlamento. Y, efectivamente, así fue. Pisar el Parlamento o los Ayuntamientos no obliga a pactar con ellos. También Vox entró en las Instituciones democráticas y al PSOE no se le pasa por la cabeza tenerlos como socios. La razón es porque algunos socialistas consideramos a Vox un partido de la extrema derecha, mientras que para otros socialistas, EH-Bildu es un partido de izquierdas. Se lleva razón respecto a Vox, pero no se tiene respecto a Bildu. ¿Se pueden mantener la compatibilidad de socialismo con independentismo? Sí. Hay gente en España que mantiene esa tesis, que no deja de ser una contradicción en sus términos. No me sorprende, también puede haber gente de izquierda que defienda el racismo. No deja de ser una contradicción y, por lo tanto, una negación desde lo que practicamos en la izquierda desde una perspectiva socialista.

Los defensores del pacto con Bildu en Pamplona requieren que se concrete hasta cuándo deben purgar los herederos de ETA el pecado de la banda terrorista para que los consideremos un partido democrático. El Secretario de Organización del PSN-PSOE afirmó el sábado pasado en entrevista a El País que resulta innegable que a Bildu “le falta un recorrido ético” y que “ahora en este acuerdo hacen un reconocimiento claro y un ejercicio de reparación de las víctimas de ETA, con el compromiso de no generar situaciones de humillación”. Ahí tienen la respuesta. Si ahora van a hacer un reconocimiento claro y un ejercicio de reparación de las víctimas de ETA, es porque hasta hoy no lo han hecho. Es muy difícil aceptar pactos con quienes a partir de ahora van a ser justos, buenos y benéficos. Se deduce que antes no lo fueron.

Estamos llegando a una situación de tal desconcierto que ya no sabemos ni por dónde circulan quienes tenemos el mismo carnet y el mismo ideario. Si entre nosotros ya no sabemos distinguir a los progresistas de los que no lo son, ¿cómo nos verán los ciudadanos?

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