Vuelvo sobre una idea que me perturba: contribuir a eliminar esos restos de un carácter pesimista y pasivo con el que se dibuja tradicionalmente a los extremeños y que, desgraciadamente, generan complejos respecto a los demás españoles.
Y en esa tesitura, ¿de qué tenemos que avergonzarnos? ¿De qué tenemos que acomplejarnos? Pero… ¿qué tenemos que envidiar a otros como para suponer que ellos son más o nosotros somos menos? Se responde mejor a esos interrogantes si cada uno de nosotros hace un ejercicio mental de imaginar cómo hemos vivido aquí en los últimos cien años y como se vivía en otras zonas de España. Como además hemos sido un pueblo emigrante, no nos costará encontrar a un familiar, a un amigo o a nosotros mismos, cuando fuimos emigrantes, que lo haya vivido fuera de nuestra región.
Pero, ¿qué es esto de que cuatro profesionales del desencanto nos intenten hacer creer que aquí se trabaja menos, se emprende menos, se ambiciona menos, se lee menos, se escribe menos, o se cultiva la mente menos que en otras partes? Pero, ¡si aquí la gente va más al teatro que al fútbol! Pero, ¡si aquí, en relación con la población, hay más compañías de teatro que en ninguna otra parte de España! Pero, ¡si aquí tenemos una biblioteca en cada pueblo! Viajemos un poco por España y comprobemos el estado de nuestras carreteras interiores con las de otras comunidades, o la sanidad, o la educación, o los medios de comunicación, y comparemos. La estadística es una cosa y la realidad es otra. La realidad se modifica poco a poco y con esfuerzo personal y colectivo; la estadística puede cambiarse sin que nada cambie, por ejemplo, bastaría que las grandes compañías eléctricas que producen aquí buena parte de lo que se consume fuera fijaran su sede social en Extremadura para que la estadística cambiara sin que cambiara nada de la realidad.
Por favor, créanselo un poquito más. Aumentemos nuestra estima. Seamos más cuidadosos en la defensa de nuestros intereses colectivos. Abandonemos esa afición nuestra a exagerar las cosas que aquí ocurren porque cada exageración puede significar un enorme perjuicio en nuestra economía o en nuestra imagen como región. No pido que se oculte lo negativo, ni que se abandone la crítica. Sólo pido que no hagamos comentarios desproporcionados.
Tengamos más confianza en nosotros mismos, sin ingenuidades y sin cerrar los ojos a las partes menos brillantes de nuestra realidad. Pero sin caer en pesimismos o en comparaciones dañinas que desprestigien nuestra presencia en el panorama nacional, no sólo porque nos interesa como extremeños, sino porque interesa al resto de los españoles ahora que nuestro país necesita voces creíbles y respaldadas para entrar con fuerza en el debate sobre nuestra unidad nacional y sobre los vértigos de los independentistas.
Creo que nuestra región se ganó un espacio merecido en el concierto nacional a la hora del eterno debate sobre la unidad territorial, tanto desde el punto de vista político, como desde el punto de vista socioeconómico. La voz de Extremadura en el panorama nacional es un activo político muy importante que debemos preservar y usar en beneficio de España. Sobre todo porque existe una extendida impresión de que nos esperan tiempos difíciles a los españoles en lo que toca a la unidad nacional, por la situación general del país y por la ofensiva independentista. En España hacen falta portavoces que en los territorios -y desde la periferia- apuntalen esa posición fuerte sobre la cohesión nacional. España necesita contrapoderes centrales, pero, también, territoriales frente a esa ofensiva. Esa tarea no puede ser sólo del Gobierno o de las Cortes; es muy importante que se escuchen voces y opiniones autonómicas asentadas, con capacidad para dejarse oír, con voz y autoridad reconocida, con presencia nacional y europea. Ese papel lo pueden y lo deben jugar regiones como Extremadura y otras periféricas.
Ojalá hoy hubiera políticos comprometidos con Extremadura, como lo estuviste tú, a ti se te escuchaba, te dabas a respetar y sabias marcar los tiempos, fuiste capaz de gritar en contra de las amenazas independentistas catalanaa contra el pueblo extremeño y se te escuchó, fuiste capaz de traer inversiones públicas a Extremadura y enriquecer sus comunicaciones terrestres, etc. Fuisteis capaz de hacernos sentir importantes y de despertarnos de la depresión, pero ahora nos quieren callados, sumisos y eso no es socialismo.
CABALLERO IBARRA, NO SOIS LA VIEJA GUARDIA, SOIS LA VOZ DE LA EXPERIENCIA,, DE LA LUCHA, PERO POR DESGRACIA ALGUNOS QUIEREN BORRAR VUESTRA HUELLA, pero no podrán borrar vuestra entrega a Extremadura, pues es Extremadura tiene lo que tiene gracias a ti.
Ojalá hubiera políticos de altura