Quien a hierro mata… Nos lo tenemos merecido. Hemos pasado varios días haciéndonos eco de los tramposos que, abusando de su poder, se han saltado el protocolo de vacunación y se han vacunado antes que quienes estaban seleccionados para recibir la vacuna. Se empezó denunciando a algunos concejales, a algunos alcaldes, a algún obispo y a algún consejero. De ahí se pasó a tomar la parte por el todo y ya no se hablaba de algunos; ya se denunciaba a los concejales, a los alcaldes, a los obispos y a los consejeros. Y sin que apenas pasaran veinticuatro horas, ya se denunciaba a todos los políticos.
Simultáneamente poníamos el grito en el cielo porque habíamos firmado contratos con varias farmacéuticas que fabricaban vacunas contra el Covid, pero para desesperación nuestra, veíamos que otros países como Inglaterra, Israel, los Emiratos Árabes Unidos o Estado Unidos, se llevaban la mayor parte de esas vacunas porque pagaban más dinero que nosotros. Aquí ya no era el poder del alcalde o del concejal el que permitía colarse. Ahora era el dinero: quien paga más, se vacuna. La Unión Europea ha exigido que se respete el compromiso que las farmacéuticas tienen con Europa y que nos sirvan las dosis que hemos pagado. Como tenemos dinero, también queremos colarnos, porque antes que nosotros deberían vacunarse los ancianos y cuidadores de aquellos países pobres que no tienen apenas recursos para comprar veinte o treinta vacunas. “Pues que se aguanten” parece que decimos. Nosotros sí pagamos y, por lo tanto, nos vacunamos antes que ellos. O sea, como si fuéramos alcaldes, concejales, consejeros u obispos tramposos. Estos tienen poder; nosotros dinero. Nos une con los tramposos, el fin; nos separan los medios para hacer la trampa.
Al final, quienes no tienen vacunas seguirán viniendo a nuestras costas, y como nos hemos colado, pagaremos con contagios las trampas que les hemos hecho.
Malos tiempos para la honradez , pero la verdad será siempre la verdad , más adelante saldrá a la luz todo lo que se está haciendo mal ahora
Fantástico artículo. Como casi siempre, dos varas de medir. Pero lo grave es la conclusión a la que llega el autor. pagaremos con contagios nuestto egoísmo insolito.