El domingo 9 es el día

Las generaciones de la primera mitad del siglo XX hicieron dos guerras mundiales o dos guerras civiles, como se quiera. Algunos dicen que la primera fue consecuencia del militarismo, del imperialismo, del nacionalismo, la política de alianzas. La segunda dicen que fue provocada por el colonialismo, los problemas étnicos, y la gran depresión. Resultados: murieron diez millones de personas y veinte millones fueron heridos o mutilados en esa primera guerra. Y en la segunda, más de cincuenta millones de muertos.

De © Raimond Spekking / CC BY-SA 4.0
De © Raimond Spekking / CC BY-SA 4.0

En el período que fue de la primera a la segunda guerra mundial, las clases dominantes y las élites conservadoras de Europa, sobre todo la de los países más importantes, tal vez asustadas por la radicalización que empezó a percibirse en la clase obrera, se alinearon con las nuevas fuerzas políticas ultraconservadoras, xenófobas, racistas y nacionalistas. Las instituciones liberales de gobierno entraron en barrena y la democracia se debilitó con el triunfo de dos totalitarismos, el comunismo y el fascismo. Por el contrario, la generación de la segunda mitad del siglo XX, expandieron la democracia y la fortalecieron. Las élites conservadoras apostaron por la colaboración con la socialdemocracia y con los liberales creando el más largo proceso y periodo de tiempo de estabilidad democrática. La conclusión de lo dicho: la estabilidad y fortaleza de la democracia en Europa depende de la actitud que adopten las élites conservadoras en relación con los partidos populistas, racistas, xenófobos que están apareciendo y consolidándose por doquier.

Y depende, también, para que no quede a nadie fuera, de que la socialdemocracia no se deje caer en la trampa de que la sociedad de clases se ha desfigurado, y que la clase trabajadora y sus representantes más genuinos manifiestan su incapacidad para combatir el populismo de derechas, cuyo discurso es bien aceptado por los sectores más vulnerables de la sociedad. De la Dinamarca del siglo XX a la de hoy, la posición antiinmigración vemos que provoca un afecto importante de votos en núcleos obreros donde la afluencia de mano de obra barata provoca bajada de salario y competencia laboral.

No creo que un obrero italiano, que siempre votó izquierdas y que hoy seguramente víctima de la reconversión industrial o de la competencia china, vota a Meloni, comparta con la presidenta italiana el cien por cien del discurso homófobo, antisemita y machista. Una cosa es que le vote porque haya perdido su puesto de trabajo, y otra cosa es que comparta al cien por cien esas burradas que dicen algunos partidos extremistas y antieuropeos. No creo, desde luego, que muchos de los que han votado a Milei compartan el elogio desmedido por la eliminación del Estado, único asidero de los que nada tienen.

Los europeos de la segunda mitad del siglo XX, a la que yo pertenezco, nos sentimos profundamente orgullosos de haber convertido a una Europa en guerra en una Europa alrededor de un proyecto común –la Unión Europea- que ha supuesto una historia de éxito incontestable. Acceder a la UE era garantía de consolidación de los tres grandes valores que sustentaron la creación de la Unión Europea, que era la democracia, la tolerancia y la justicia social. La Unión Europea ha sido un éxito, el gran invento político del siglo XX y de este continente, tras los terribles fracasos de los totalitarismos a los que hice referencia más arriba. Jamás los europeos habíamos vivido con mayor seguridad y menos riesgo de guerra o conflicto. Jamás habíamos sido tan libres y habíamos estado tan seguros en la garantía de nuestros derechos ciudadanos. Jamás habíamos vivido con tanta propiedad y con tanto bienestar.

Me siento orgulloso de lo que ha hecho mi generación en España y en Europa, y desde esa satisfacción y desde las dudas que me invaden, cada día más, me tomo la libertad de formular ante los jóvenes europeos las siguientes preguntas: ¿Qué piensa ser y qué quiere hacer la generación de la primera mitad del siglo XXI? ¿Qué Europa quiere?

A lo largo de la historia ha habido muchos momentos que rompieron los esquemas por los avances tecnológicos, la primera revolución industrial trajo innovaciones mecánicas como la máquina de vapor o el ferrocarril. Es innegable ahora que estamos ante una revolución que como nunca jamás lo ha alterado todo. Ha habido revoluciones que han ido mejorando las cosas. Esta altera todo: alquilo un taxi en una empresa que no tiene taxis, alquilo alojamiento turístico en una empresa que no tiene una sola habitación, compro libros en una librería que no tiene libros, pronto me subiré en un coche que no tiene conductor, compro ropa en una tienda que no tiene ropa, compro muebles en una tienda que no tiene muebles, compro periódicos digitales en una empresa que no tiene periódicos, leo noticias en la tableta, en el ordenador, en el teléfono.

El futuro ya no se percibe con esperanza sino como amenaza. ¿Oyen alguna noticia que les permita pensar que hay esperanza para ustedes? Todo son amenazas, va a haber mucha más gente, el cambio climático, el desempleo, el terrorismo, la barbarie, la inmigración, la tecnología disruptiva. La democracia es el único sistema en el que la culpa de lo que pasa es responsabilidad exclusiva de los ciudadanos. Cuando hay una dictadura la culpa la tiene el tipo que se hizo con el poder. Pero cuando hay una democracia la responsabilidad es nuestra, para bien y para mal.

Los ciudadanos estamos esperando que alguien nos emocione, nos entusiasme y nos inspire con el para qué queremos ser europeos. Y una vez que sepamos para qué queremos Europa habrá llegado el momento de saber qué haremos y con quién lo haremos. El domingo, 9, es el día.

1 comentario en “El domingo 9 es el día”

  1. Carlos Balbás Arenaza

    Cómo le hubiera gustado poder leer éste soberbio artículo al genial Stefan Zweig escritor , pensador , pacifista , que vivió el final de la caída del Imperio Austro Hungaro , La Gran Guerra , periodo de entre guerras y por fin la segunda guerra mundial con su exilio imposible y su final trágico , un gran Europeista que soñó con la Europa que hombres como Rodríguez Ibarra han conseguido para la constitución de esa Europa de la cultura, de la paz , de la salvaguarda de los derechos fundamentales del hombre. En su magistral libro » El mundo de ayer» podemos ver la europa soñada que no pudo ser , solo los hombres de la segunda mitad del siglo XX hemos tenido la fortuna de vivir. No la perdamos nunca , salvaguardamos este pequeño y vital rincón del planeta donde todos esos valores son el pan nuestro de cada día .

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