EXTREMADURA RESPIRA

No existe ninguna razón para afirmar que Extremadura es pobre; también se puede ahogar a una sociedad sepultándola en tópicos. Sucedió que teniendo mucho no habíamos dispuesto de casi nada, ni siquiera de la posibilidad de reivindicarlo, de negociar lo que nos correspondía, de exigir un lugar al sol de la justicia y de la igualdad ante los pueblos. Acudan, si no, a la hemeroteca y vean el informe del Banco de Bilbao relativo a la situación económica de España y sus regiones en el periodo de 1955 a 1975, es decir, en los veinte años anteriores al inicio de la Transición: “Mientras que la población activa crecía en España el 11,7%, en Extremadura disminuía el 26,4%”. “En ese periodo, la renta en España creció el 191,39%, mientras que en Extremadura solo lo hizo en un 105,03%.

Por mucho que algunos se empeñen, nadie puede negar que Extremadura ha tenido un desarrollo formidable en sus últimos treinta y cinco años, pero igual de cierto es afirmar que  el mundo no se paró y, que en ese tiempo también creció y se  experimentaron cambios vertiginosos en toda España.

Estamos en un mundo muy cambiante, en el que la movilidad profesional es algo habitual y en el que la materia prima más importante, la inteligencia, no tiene que estar ligada a territorios concretos. En este contexto, cuando un profesional cualificado se plantea cambiar de residencia, lo que hace es valorar si su nuevo destino reúne lo que todo el mundo ha convenido en calificar como calidad de vida. ¿En qué consiste esa calidad de vida? En disponer de un buen sistema sanitario, en tener acceso a una educación que garantice la formación y el desarrollo intelectual de los individuos, en encontrar facilidades de acceso a una vivienda sin tener que pasar el resto de tus días compartiendo la propiedad con una entidad bancaria y teniendo que trabajar, casi en exclusiva, para poder pagarla. Estas son algunas de las cuestiones básicas que alguien tiene en cuenta a la hora de plantearse un cambio de residencia. En todas ellas Extremadura puede dar respuesta de primer nivel, por encima de otros muchos lugares de España. Sin embargo, de cuando en cuando, aparece el tópico y el informe sesgado, parcial e incompleto, que ignora el punto de salida para condenar el punto de llegada.

Cuando se examina uno de esos estudios de situación sobre España y las distintas Comunidades Autónomas, hay una gran cantidad de indicadores sobre diversos aspectos de la vida cotidiana. Algunos son mejores y otros son peores pero, casualmente o no, siempre se destacan los más negativos, aquellos que muestran los peores perfiles de Extremadura. Si se quiere analizar rigurosa y honradamente  la realidad actual,  lo correcto será comparar la Extremadura que nos encontramos cuando decidimos hacernos responsables de nuestro presente y de nuestro futuro y la que ha ido evolucionando a lo largo de esta pequeñísima etapa de su carrera autonómica.

Extremadura se ha ganado el derecho a competir en el Siglo XXI. Ha pasado de ser una región postergada a una región que ha resuelto sus necesidades básicas, estableciendo un digno punto de partida en su estructura económica y social. Disponemos en estos momentos de lo esencial que tiene todo el país; durante mucho tiempo los extremeños estuvimos quejándonos y lamentándonos porque no teníamos las cosas que tenían los demás y, por lo tanto, no teníamos las oportunidades de poder hacer lo que hacían los demás. A falta de infraestructuras férreas decentes, hoy disponemos de vías de comunicaciones terrestres y aéreas que tenía casi todo el mundo y que no teníamos nosotros. Hoy tenemos infraestructuras, sobre todo tecnológicas, en las mismas condiciones que los demás. Aborrezco la compasión cuando el análisis ignora los antecedentes y detesto las estadísticas cuando ocultan las paradojas.

Es obligado fijar la población en nuestra tierra para que los jóvenes, que hoy en día poseen una preparación de la que no dispusieron generaciones anteriores, se queden aquí y puedan arraigarse personal y profesionalmente; evitar que entren en la universidad asumiendo sin más que al acabar se tendrán que marchar de Extremadura, sin hacer el más mínimo intento de buscar posibilidades entre las muchas que ofrece nuestra región.

Mientras un estudiante universitario esté oyendo constantemente que cuando terminen sus estudios tendrá que buscar trabajo fuera de Extremadura, se está falseando la realidad, se está desmotivando a lo mejor que tenemos, se están abriendo huecos para que la energía eólica o solar o los recursos turísticos los exploten los de fuera, como ocurrió casi siempre. Los jóvenes no están preparándose y formándose en Extremadura para irse, sino para quedarse, para vengarse del triste pasado que heredamos, para aprovecharse del esfuerzo de estos 35 años, donde fuimos capaces de parar la inercia y donde se sabe lo que debemos hacer y lo que se quiere hacer. En esta nueva Extremadura se puede hacer todo lo que cada uno se proponga hacer; si no creen que es en compañía del gobierno que tienen, confíen en otro, pero que nunca más nadie pierda la fe en esta región. Y es que algunos se han empeñado en seguir con la canción de siempre: ¡Extremadura, la pobre! ¿A quién le viene bien seguir cantando esa fea y anacrónica canción?

Afortunadamente, esa atrasada y pobre región que se refleja en el reportaje que el periódico El País publicó el pasado domingo 4 de noviembre no se compadece con la Extremadura surgida de la Autonomía. Lo honrado es comparar lo que éramos con lo que somos. No hay color, salvo para aquellos que se quedan en la superficie y toman la parte por el todo. Llegó el reportero de Madrid, echó unas horas en un pueblo, tomó nota de lo que vio, tiró de estadísticas, hizo la radiografía y se fue dejándonos su diagnóstico. Por el contrario, los extremeños que viven en la región, también miran las estadísticas, las comparan con las que ofrecía la región hace cuarenta años y sacan conclusiones diferentes. ¡Qué saben de  dónde veníamos los que no han visto Los Santos Inocentes!

Si fuera cierto que Extremadura se ahoga, sería más decente que el parlamento español hiciera una sesión monográfica para evitar el anegamiento, antes de pretender reunirse en pleno para analizar la situación de quienes quieren navegar por su cuenta.

1 comentario en “EXTREMADURA RESPIRA”

  1. Nada, Juan Carlos,… no sé qué nos falta para descomponer los tópicos. Los artistas de la información de la capital del reino persisten en su postureo medieval; incluso piensan que rendir renglones que se fabrican en dos horas, piensan que esa rendición los hace nobles para cobrar sus salarios.
    Huyen a las afueras con ropajes conventuales, quizá huyendo de las hogueras que incendian sus conciencias.
    Hay que hacerles caso para articular la burla porque no creo que tengan condición para ser despreciados.

Los comentarios están cerrados.

Scroll al inicio