Y parece que, de nuevo, a media España le sobra la otra media.
Ahora se hace política porque la hacen los políticos, pero ese tipo de política, basada en insultos, descalificaciones y donde la duda brilla por su ausencia, no es política.
Sus protagonistas parecen haber sido educados en la escuela de los muñecos ventrílocuos. Seguro que diputados y senadores tienen familias, padres y madres, hijos, hermanos, cuñados…. ¿Qué pensarán esas familias de sus hijos o de sus familiares cuando los vean aplaudir la estupidez más estúpida, la mentira más gorda, el insulto más procaz? ¿Sentirán vergüenza cuando los vean por la tele moviendo la cabeza como los perritos de mentira que algunos conductores llevaban en las traseras de sus vehículos? ¿De qué se reirán nuestros representantes políticos ante intervenciones que no provocan la menor gracia en los espectadores no forofos?
Hace años, cuando la Transición de la dictadura a la democracia comenzó a sedimentarse, muchos españoles se sabían el nombre de los capitanes generales de cada región militar. Apenas eran conocidos los apellidos de jueces y magistrados. Los militares tenían demasiada presencia en la sociedad civil. Los autos y las sentencias estaban dictados en los juzgados que tenían su numeración: el juzgado número 3 ha dictado sentencia sobre (…) El 5 ha emitido un auto que (…)
En la actualidad, los militares han pasado al anonimato. Si lo piensa, no será capaz de dar un solo nombre de algún alto jefe en activo de los ejércitos españoles. En cambio, seguro que le vienen a la cabeza varios nombres de jueces y magistrados, desde Marchena a Conde Pumpido, pasando por Rubio, García Castellón, Ismael Moreno, Santiago Pedraz, etc.
La Judicatura española ha tomado protagonismo en la sociedad. Ese protagonismo es consecuencia de que los políticos de hoy han decido dirimir sus diferencias en los juzgados en lugar de hacerlo en el Parlamento, como sería su obligación. En el Parlamento y fuera de él se insultan y se querellan. Acuden a los juzgados y la política se judicializa. Y luego se quejan de que la Justicia se politiza.
Hemos avanzado. La milicia se ha salido de los focos y la Justicia se ha puesto encima del escenario. La democracia exige que quienes tengan puestos los focos sean los políticos y los sujetos de sus inquietudes fueran los ciudadanos.
Que Ábalos, la señora Gómez, la pareja de la señora Ayuso, el Fiscal General del Estado sean inocentes o culpables no va a solucionar el problema de la vivienda, la sanidad en declive, los derechos humanos de los inmigrantes, la desigualdad entre españoles, etc.
Visto lo visto, escándalo tras escándalo, nombre tras nombre, insulto tras insulto, la conclusión que sacan los ciudadanos es que los protagonistas de la política española han perdido calidad.
Todo lo que se hace en España se realiza desde el conflicto. Jueces contra políticos/políticos contra jueces. La Resistencia contra el Hormiguero/Pablo Motos contra David Broncano. Mazón contra Ribera/El Gobierno de España contra la Generalitat valenciana. Feijóo contra Sánchez/ Sánchez contra Feijóo. Puigdemont contra España/España contra Puigdemont. Blancos contra negros/Negros frente a blancos. PP contra PSOE/ PSOE contra PP. Derecha contra izquierda/Izquierda contra derecha. El Tribunal Supremo contra el Tribunal Constitucional/El Tribunal Constitucional contra el Tribunal Supremo. El machismo contra el feminismo/El feminismo contra el machismo. Republicanos contra monárquicos/Monárquicos contra republicanos.
De nuevo dos Españas, dejando atrás los 45 años más brillantes de la historia de España.
Y uno que pensaba que la transición ejemplar , única , edificante , democrática hasta los tuétanos había desterrado definitivamente las dos Españas Machadianas ,» la que muere , la que bosteza , esa que ha de helarte el corazón «, tendremos que estar con el genial poeta y aceptar ese » españolito que vienes al mundo te guarde Dios» .