LE CONOCES Y TE CONOCEMOS

Si a mí me viene un independentista catalán y me dice que él no reconoce al Rey Felipe VI y Jefe del Estado de España, me quedo como si hubiera oído llover. Pero si, a continuación, ese independentista me dice que él no toma posesión como Presidente de la Generalidad de Cataluña porque eso significa, entre otras muchas cosas, ser el representante ordinario del Estado y ese Estado, que es España, tiene un Jefe que se llama Felipe VI, que es el que ha firmado su nombramiento como Presidente del gobierno catalán, entonces yo empezaré a pensar que ese independentista va en serio y que se cree firmemente lo que predica.

Pero si acepta la firma del Jefe del Estado porque le interesa ser presidente y si, además, otros de su cuerda salen contentos de la trena gracias a la firma del Jefe del Estado, en lugar de negarse a aceptar un indulto, que es un indulto Real, que no me vengan después con escenitas de que ahora escribo una epístola en la que digo sí, pero no y no, pero sí o de que esta noche me niego a cenar con el Rey Felipe VI porque yo solo lo reconozco cuando me interesa reconocerlo y lo niego cuando no pierdo nada negándolo. Y mañana a comer con el ¿prófugo? De Waterloo. Interrogo lo de prófugo porque el tipo se está pegando una estancia envidiable en Bruselas.

No, esos cuentos para la inocente hinchada independentista. Seguro que se pondrán muy contentos cuando sepan que su presidente, nombrado por el Rey Felipe VI se ha negado a reconocer al Rey Felipe VI. ¡Qué maravilla de hinchada! Por mucho menos de eso en otras regiones hubieran tenido por idiotas a quienes hubieran cometido tantas idioteces. Y por cobardes a quienes tanta cobardía demuestran.

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