El Presidente de la Junta de Extremadura ha sugerido la posibilidad de que se pacte entre las diversas fuerzas parlamentarias de Extremadura una modificación electoral que incluya tres aspectos: listas abiertas, limitación de mandatos y tope del 3% para acceder a Diputado autonómico.
Da la sensación de que no se sabe muy bien en qué sistema político estamos; lo nuestro es un sistema parlamentario que nada tiene que ver con los sistemas presidencialistas francés o norteamericano. Salvo que se redacte un nuevo sistema de incompatibilidades, nadie pueda estar privado de su condición de electo a la hora de que la Asamblea de Extremadura elija al Presidente de la Comunidad Autónoma. Mientras no se diga lo contrario, los ciudadanos no elegimos al presidente sino a los diputados y son ellos los que eligen presidente. Puesto que no existe ningún sistema de incompatibilidad que prohiba a un diputado presentarse a presidente, es imposible negar esa pretensión a nadie que tome asiento en la Asamblea de Extremadura.
Quienes tenemos una larga experiencia política hemos visto y vivido casi todo en esa parcela. En el Senado, las listas son abiertas y sabemos de casos donde los cuatro candidatos al Senado del mismo partido han mantenido guerras internas de campeonato; para ellos, el adversario no eran los candidatos de los otros partidos, sino los que con ellos iban en la misma lista. Las campañas de algunos iban dirigidas a lastrar las posibilidades de sus compañeros de candidatura y no a ganar a los adversarios políticos. Con las listas abiertas, esa posibilidad se multiplicará por mil. Imaginen una lista de un partido que se presenta a unas elecciones municipales en cualquier ayuntamiento de cierta relevancia. En el número tres va un candidato desconocido, propuesto por su partido, humilde trabajador, decente y sin mas recursos para la campaña que los que aporta su partido. Las encuestas dicen que esa lista puede sacar 10 concejales, mayoría absoluta. En el puesto 11 va otro candidato, dispone de recursos económicos familiares poderosos; el partido lo ha puesto porque es independiente (¡que eso viste mucho!) y parece que puede atraer a un cierto sector de la población; nadie sabe que su conducta es irregular y que anda en connivencia con algunos sectores económicos de la sociedad local que pondrán dinero para que salga concejal, a poder ser de urbanismo porque hay algunos planes que destascar que, de aprobarse, prometen meter unos cuantos millones de euros en el bolsillo de algunas empresas constructoras. La prensa local tiene interés en que salga elegido concejal porque secretamente ha pactado con el director del periódico local que si sale elegido concejal, tratará por todos los medios de que el periódico consiga buenos y suculentos contratos publicitarios que le permita salvar la cabeza del director que ve como su periódico tiene perdidas que se lo llevará por delante.
Comienza la precampaña; la prensa local se desvive a favor del candidato número 11; cartas al director poniéndolo por las nubes; artículos alabando su capacidad y afán de diálogo; sin saber ni cómo ni por qué comenzamos a recibir propaganda en nuestras casas del candidato número 11; aparecen entrevistas en la prensa con el candidato número 11; al número 3 no lo conoce nadie y, además, por internet ha comenzado una campaña de bulos e insidias contra él que su partido no tiene tiempo de desmentir. Llega el día de las votaciones. ¿A quién creen ustedes que tacharan de la lista, al número 3 o al número 11?
Será divertido ver como la Asamblea de Extremadura pasa de tres grupos parlamentarios a seis o siete bajando el listón del 5 al 3%. Nadie tiene mayoría absoluta para formar gobierno y no se ponen de acuerdo para conseguirlo. Tal vez haya que ir a nuevas elecciones o tal vez uno de los partidos más votado aceptará hipotecarse a un par de partidos minoritarios que van a tener secuestrado al más votado durante cuatro años. Total no importa, porque en Extremadura solo tiene 172.000 parados y pueden esperar a que haya un gobierno maniatado o a que se celebren nuevas elecciones. Pero… ¡y el juego que da el estar todo el día sin saber qué va a pasar en la Asamblea con cada propuesta que se someta a votación! ¿Para qué queremos mayorías absolutas que dirijan, atajen los problemas y conduzcan a la sociedad por un camino que la lleve a solucionar sus padecimientos? ¿No vieron como Obama no fue capaz de sacar adelante sus proyectos más emblemáticos por no disponer de mayoría en la Cámara de Representantes? Pues eso…