Se cuenta que en alguna ocasión el dueño de una serpiente pitón observaba que el reptil procuraba tumbarse junto a él cuando este se iba a la cama para dormir. No sabía muy bien a qué respondía ese comportamiento tan extraño. Pensaba que la pitón se había encariñado tanto con él que prefería estirarse a su lado antes que meterse en su terrario. Pronto salió de sus cavilaciones.
Una noche tuvo enormes dificultades para desengancharse de la ancha boca del reptil, que había iniciado la ceremonia tendente a tragarse el cuerpo entero de su amo. No era cariño lo que le había demostrado su peculiar mascota. Se acostaba a su lado no para mostrarle agradecimiento por los cuidados y la comida que le procuraba, sino para medir al iluso dueño. Cuando el reptil pensó que estaba a punto de caramelo, abrió su boca y comenzó a ingerirlo.
Eso es lo que hace Pablo Iglesias con el PSOE; lo está midiendo; cada día mide la fortaleza de ese partido con declaraciones a cual más ofensiva; la última, declarando que España no dispone de una democracia consolidada. Se le ha respondido, pero no se le ha echado de la cama. Cualquier día abre la boca y con la ayuda de los independentistas y de los herederos de ETA, tratará de comerse lo que el comunismo lleva cien años intentando sin conseguirlo.
No puedo entender como Pedro Sánchez no se da cuenta, se la está jugando, y lo que es peor, se la juega el PSOE.
Queda retratado el personaje con un símil bien escogido por Juan Carlos y que viene al pelo. Alguien tiene que pararle los pies a «Pitón Iglesias», porque defender un gobierno de coalición no nos obliga a permanecer callados ante los diarios desvaríos de quién estima que puede viajar por libre sin atenerse a los posicionamientos del ejecutivo del que forma parte. Éste hombre cada vez más evidencia delirium tremens y a mayores le gusta escucharse en sus locuras.
Nos está haciendo mucho daño y enfangando un escenario ya de por sí enormemente complicado.