Parece ridículo que se siga polemizando sobre propiedad intelectual o sobre los derechos de autor, cuando ha y derechos que se están violando y que son mucho más importantes que los de autor. Parece trasnochado que se manifieste preocupación por el cierre de una discográfica cuando se están cerrando hospitales, centros para la discapacidad, centros de salud… Qué importará que a Madonna le bajen una canción de Internet cuando hay personas a las que les han bajado sus casas o sus cuentas de ahorros a través de desahucios o de preferentes. Pero pasan los años y se sigue polemizando sobre un problema que no tiene más que un epílogo: El coche que nos trajo hasta aquí, se averió. Ya no da más de sí. O se prescinde de las reliquias o no avanzaremos.Internet es libre. Se crea entre todos. Tratar de alterar esas bases sobre las que descansa la Red es ir directamente al fracaso. Quienes traten de apoderarse de Internet estarán fracasando, porque Internet es libre y es de todos. Si la información que proporciona atenta contra la legalidad, ya habrá un juez que lo sancione. Se siguen dando palos de ciego sin pensar que en este capítulo nos encontramos con el mismo problema con el que toparon otros gremios que tuvieron que hacer frente a cambios tecnológicos y a los usos de una nueva sociedad. El dueño de las diligencias del Oeste americano pidió que se impidiera la fabricación de trenes, pero fracaso en su intento. Lo mismo le ocurrió al fabricante de maquinas de escribir eléctricas que clamaba contra los fabricantes de teclados para ordenadores. Nunca es aconsejable ponerse en frente del progreso porque nadie fue capaz de pararlo.
La nueva ley de propiedad intelectual, llamada ley Lassalle, vuelve a la carga endureciendo las condiciones de acceso a la sociedad digital que ya contemplaba la ley Sinde. Ahora la disputa es sobre la protección a medios de prensa que no son capaces de elaborar un producto que conecte con los parámetros de la nueva sociedad que se creó a raíz de la aparición y puesta a disposición del gran público de Internet. Si todo el dinero que se ha gastado y se va a gastar en sistemas y normas de control se hubiera invertido, y se invirtiera, en encontrar nuevas fórmulas de negocio, hoy ese tipo de leyes no tendrían ningún sentido. Intentar criminalizar a los usuarios de la red es tarea inútil y peligrosa. Tratar de hacer pagar una tasa por enlazar noticias, una majadería. Parecería más sensato revisar el concepto de propiedad intelectual en la sociedad digital y dejar de perseguir a personas a los que se les insulta llamándoles piratas, o a empresas que supieron articular nuevas formas de trasladar la información al ciudadano.
Ya se sabe que los cambios siempre generan ganadores y perdedores. Entre los primeros, los usuarios, que pueden acceder a un catálogo universal de las noticias, cosa inimaginable hace menos de una década. Entre los que pierden, las discográficas, las tiendas de discos, los editores de prensa escrita, si bien, como siempre ha ocurrido en la historia de la humanidad, cuando algo muere, algo nace. Véase si no el periódico que está Vd. leyendo. Todo ello pone de manifiesto que un mercado de comunicación sin leyes antidescargas es rentable.
Según las estadísticas de Eurostat, el 67% de los hogares españoles cuenta con acceso a Internet a través de banda ancha fija. En comparación con los países miembros de la Unión Europea, España presenta una ratio de penetración de banda ancha inferior a la media (73%) y lejos todavía de las posiciones de liderazgo que ocupan Reino Unido (86%), los países nórdicos (85% en Suecia, Dinamarca o Finlandia) u Holanda (84%). Todavía en España existe un 27% de individuos que nunca han hecho uso de la Red, mientras que en los países nórdicos este porcentaje se encuentra entre el 5% y el 10%. Quienes piensen que solo la renta o las diferencias socioculturales son las responsables de ese atraso español es que ignoran que leyes como la de Propiedad Intelectual son responsables, en buena medida, del alejamiento del ciudadano de una tecnología que las leyes califican como generadoras de comportamientos ilícitos.
Si los países más desarrollados y más democráticos son los que más usan esta nueva tecnología, si los negocios más solventes son los que operan con estas nuevas herramientas, es fácil deducir que un país será más productivo cuantos más trabajadores vivan y trabajen en la Red. ¿Por qué disuadirlos?