SE APRENDE EN CASA Y SE HACEN DEBERES Y SE RESUELVEN DUDAS EN EL AULA (Salman Khan)

En biología, un virus (del latín virus, en griego ἰός “toxina” o “veneno”) es un agente infeccioso microscópico acelular que solo puede reproducirse dentro de las células de otros organismos. Esa condición de veneno y de infección fue la que llevó al mundo de la informática a denominar virus informático a un software que tiene por objetivo alterar el funcionamiento normal de cualquier tipo de dispositivo informático, sin el permiso o el conocimiento del usuario principalmente para lograr fines maliciosos sobre el dispositivo.

Paradójicamente, ha tenido que ser un virus, en este caso un virus altamente infeccioso y letal –el coronavirus Covid-19 -, el que haya conducido a distintos sectores sociales a utilizar la informática para hacer virtualmente lo que antes se hacía analógicamente. El mundo empresarial ha descubierto que un altísimo porcentaje de reuniones, viajes, almuerzos, hoteles y taxis pueden ser evitados, con el consiguiente ahorro en tiempo y dinero, si se mantienen esos contactos desde el propio domicilio o desde el despacho empresarial. Una hora de reunión con otras personas a tres o cuatro mil kilómetros de distancia supone un mínimo de dos o tres días y unos miles de euros en el desplazamiento y alojamiento. Algunos, aunque tarde, han descubierto que una videoconferencia de veinte minutos satisface más que el palizón del viaje.

Han sido muchos los profesores que han puesto de manifiesto el enorme esfuerzo que han tenido que realizar para sustituir clases y tutorías presenciales por  clases y tutorías virtuales. El esfuerzo no ha sido sólo en medios tecnológicos, sino, también, en actitud y aprendizaje. Con todo el respeto y admiración que le tengo al sacrificado y fundamental oficio de profesor, debo decir que en esta situación de pandemia nadie habría entendido que los médicos hubieran salido diciendo el esfuerzo que han tenido que realizar para adaptarse a las tecnologías digitales que rigen el diagnóstico y tratamiento de enfermos en nuestros hospitales. Tampoco es muy comprensible, por anacrónico, que a estas alturas se sigan impartiendo clases presenciales de una hora de duración cuando es sabido por los estudios de psicólogos, pedagogos, psicopedagogos, neurólogos y demás estudiosos del cerebro humano, que la atención se evapora cuando se superan los primeros veinte minutos de exposición, y cuando existe al alcance de cualquiera la posibilidad de grabar en cualquier formato audiovisual lo que se tenga que enseñar desde el conocimiento y la sabiduría del enseñante. Y esa posibilidad, convertida en realidad virtual, permite al alumno ver y oír la exposición corta, concisa y precisa cuantas veces lo considere necesario para entender el tema desarrollado. Estudiar digitalmente en casa y debatir lo estudiado con el profesor en clase virtual o presencial debería ser uno de los grandes cambios que el coronavirus ha traído al sector educativo.

Afortunadamente son muchos los docentes a los que no ha cogido por sorpresa esa nueva forma de enfrentarse al proceso educativo, porque han sido conscientes del momento en el que vivimos y de las posibilidades que las tecnologías de la información pone a disposición de docentes y discentes. Son muchos los que están capacitados para ejercer la enseñanza virtual, que no tiene por qué excluir la presencial cuando alumnos o profesores lo consideren necesario.

Independientemente de lo que se piense al respecto, la digitalización no tiene vuelta atrás. Toda tecnología nueva asusta cuando se pone en juego la privacidad. Buena gana. Ésa es una batalla perdida. Y si no, observemos la docilidad de los viajeros al pasar el control para subirse a un avión, quedando la intimidad por los suelos en claro desprecio a los derechos humanos. Lo que habrá que proteger será la democracia para que sepamos que quienes nos gobiernan no van a utilizar las tecnologías en contra de los derechos constitucionales que nos amparan y protegen. Por el contrario, frente a los peligros que siempre presenta cualquier nueva tecnología, la cobertura del 5G hará imposible el discurso de la falta de redes en función del lugar donde nos encontremos. Esa tecnología hará desaparecer una de las causas por las que existe una España llamada vaciada.

Si se dice que de esta crisis vamos a salir cambiados, yo creo que uno de los cambios que mejor van a sintonizar con nuestra juventud va a ser la formación académica personalizada, gracias a que un venenoso virus está haciendo cambiar la forma de enfrentarnos a la tecnología digital.

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