La ministra portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, ante la negativa del candidato a Lehendakari por Bildu de calificar a ETA como grupo terrorista, tenía que haber emulado a Franklin D. Roosevelt cuando calificó al general Somoza de “hijo de puta” para, a renglón seguido, añadir, pero “es nuestro hijo de puta”, y haberle dicho al candidato proetarra: “ETA fue un grupo terrorista pero era tu grupo terrorista. El resto de los ciudadanos éramos las víctimas de ellos”.
La pregunta más concreta que se le podía dirigir al candidato filoetarra tendría que ser: ¿Usted usa anteojos para ver bien de lejos o para ver bien de cerca? En esta segunda circunstancia, usted verá bien a Otegi. Y se le podría preguntar: ¿Otegi, con el que comparte estrado y micrófono, fue un secuestrador y un inductor de los que apretaban el gatillo para asesinar o no? Si para lo que usa sus antiparras es para ver de lejos, la pregunta ya tendría más recorrido: ¿la gente que usted se niega a calificar como terroristas, cuando apretaban el gatillo y mataban por la espalda o ponían bombas lapas en los bajos de los coches y asesinaban a quien giraba la llave de contacto o mataban guardias civiles y niños en cuarteles de la benemérita, formaban parte de una banda terrorista? Si para usted no son terroristas, ¿qué son?. Arzálluz, en sus tiempos de presidente del PNV, acuñó la famosa frase de «Unos agitan el árbol y otros recogen las nueces». ETA agitaba, y de qué vil manera el árbol, y el PNV se beneficiaba de los agitadores que, además de agitar el árbol, mataron a casi mil ciudadanos.
Este domingo, 21 de abril, se celebran elecciones autonómicas en el País Vasco. Los sondeos que se manejan parecen indicar que se cambiaron las tornas. Ha sido el PNV el que ha agitado el árbol (el de la ciencia) para que cayeran nueces en las cabezas de los que se volvieron desmemoriados por el golpe para que aprendieran a olvidar en sus Ikastolas. Si se cumplen los pronósticos, será Bildu el que recoja las nueces. Si así fuera, qué historia han aprendido las dos últimas generaciones de vascos sobre esos que el candidato de Bildu no quiere o, mejor, no se atreve a llamar terroristas.