Supongamos que no llevamos razón los que solo vemos en la ley de amnistía un pago por los votos que se necesitan para seguir en el gobierno. Supongamos que el gobierno y los partidos que lo sustentan están diciendo la verdad respecto a los fines que se persiguen con la ley.
Supongamos que lleva razón el ministro Félix Bolaños cuando afirmó que “estamos aprobando una ley que va a ser un referente mundial, conforme a los mejores estándares europeos». Que la norma pactada es una gran noticia «para Cataluña y para toda España», que servirá para avanzar en una nueva etapa de convivencia y para no seguir «anclados en el conflicto y en el enfrentamiento». El ministro señaló que con esta ley se abrirá “una nueva etapa” para “normalizar la vida política, institucional y social en Cataluña”, tras una década “de fracaso colectivo”.
Supongamos que Zapatero acertaba cuando decía que la amnistía traerá «cosas buenas» y en el futuro «nos sentiremos orgullosos» de ella. “Bajo un Gobierno socialista, de Pedro Sánchez, con su valentía y determinación, se aprobó una amnistía que abrió un tiempo de serenidad y de calma». “Dentro de unos años celebraremos el esfuerzo de Pedro Sánchez y lo que va a hacer por Cataluña y por España».
Y supongamos que damos por bueno lo que el presidente del Gobierno y líder del PSOE, Pedro Sánchez, reconoció al afirmar que «hay muchos españoles que tienen dudas» sobre la ley de amnistía, pero les he pedido que «no las tengan» y «confíen» porque esta norma hará «una democracia y una España más fuerte». Además, ha emplazado a «superar todas las consecuencias judiciales del drama y el este trauma que sufrió el conjunto del país en el año 2017» con el referéndum independentista.
La única manera de saber si la verdad está de parte de los que defienden la amnistía o de quienes reniegan de ella es estar atentos a la reacción de los amnistiados. Si sus declaraciones y sus hechos concuerdan con lo dicho por Zapatero, por el presidente Sánchez y por sus ministros, entonces seremos los negacionistas quienes debamos retractarnos por nuestra desconfianza.
Veamos qué declaró recientemente uno de los que se van a beneficiar de la amnistía, el prófugo Puigdemont: “Prometo culminar con éxito el proceso de independencia iniciado en octubre de 2017”. En su comparecencia en una localidad francesa insinuó que, puesto que durante la próxima legislatura catalana se celebrará el décimo aniversario del 1-0, sugirió que “2027 sería una idónea fecha para organizar una nueva consulta”.
Otro de los que ya se benefició de los indultos y se beneficiará de la amnistía, Oriol Junqueras, declaró la semana pasada que el objetivo de su partido, ERC, es “cambiarlo todo”. Y dentro de ese todo incluyó “la organización de un nuevo referéndum de autodeterminación”. Y para que no quedara dudas de la ilegalidad de la medida, añadió que “si fuera necesario que algunos volvamos a la cárcel, volveremos”.
A más abundamiento, Marta Rovira, secretaria general de los republicanos, insistió el lunes 25, en que “ellos ya han trasladado a los negociadores de Sánchez la celebración de un referéndum, esperando que el PSOE ponga sobre esa mesa su propuesta de resolución del conflicto político”. Por lo que se ve, para los republicanos, la amnistía no implica la “resolución del conflicto político”.
De lo dicho por los agraciados se deduce que en nada se compadece el objetivo de la ley de amnistía con las intenciones de los independentistas. Si se mantienen en sus treces, al gobierno y a los partidos que lo sustentan no les quedará más remedio que amenazar con votar en contra de la ley cuando vuelva al Congreso de los Diputados. Si así se declara y se cumple la advertencia, entonces podremos convencernos de que el intento de convivencia y de acabar con el “conflicto político” era de verdad. Si, por el contrario, son amnistiados y nos obsequian con el “volveremos a hacerlo”, el gobierno y quienes le apoyan no tendrán más remedio que concedernos la razón a los que estuvimos en contra de tal medida de gracia que no sirve para “hacer una democracia más fuerte” sino para debilitar al Estado constitucional.
Lo que obvias no sé si interesadamente o no es que eso son declaraciones no hechos. Obvias por lo tanto que la mayoría de la sociedad catalana està a otra cosa o como se dice ahora ha pasado pantalla. Obvias que el apoyo a un referéndum es mucho mejor que hace 7 u 8 años. Obvias demasiadas cosas. Obvias que anunciàsteis las siete plagas con los insultos y la reforma del código penal y no ha sucedido nada de eso. Obvias que os equivocàsties.