La historia muestra que el proceso de globalización que trae el intercambio como una manera constitutiva de vivir con otros, no es un fenómeno reciente. La manera de ser de cada pueblo es el resultado de la mezcla de culturas enfrentadas en su interior a través del tiempo. Siempre prevaleció la identidad que probó ser más efectiva en mantener viva o hacer crecer cada comunidad. España es un excelente ejemplo, si consideramos la pluralidad de pueblos que la invadieron o habitaron, como los iberos, cartaginenses, romanos, árabes, y el sorprendente grado de homogeneidad que alcanzaron. España, dentro de sí, se sabe distinta en sus partes constitutivas. Desde fuera, su perfil nítido e irrepetible es evidente.
En la actualidad, ayudado por la integración de las economías, la internacionalización de las compañías que operan al nivel global y por el desarrollo de la informática y la telecomunicación, que ha permitido la conexión al nivel planetario, estas pautas de uniformidad se han acelerado. Cada vez más, los jóvenes de todo el mundo se parecen a los jóvenes de California, y los hombres de negocio a sus iguales de Nueva York, cada vez más las familias de Occidente parecen familias americanas.
Quienes inventan el mundo, no sólo inventan los nuevos productos como cosas. Quienes inventan el mundo, con los nuevos productos traen nuevas prácticas, pautas de relación, estados de ánimo y maneras de ver la realidad. La manera de vivir en cada época es la manera de vivir de quienes tuvieron la capacidad de inventar el mundo de esa época.
Con la era industrial, el contacto y el contagio, se aceleraron. Con la Sociedad del Conocimiento, la uniformidad es imparable. Una sociedad aparentemente tan católica como la española se ha dejado comer el terreno por una tradición que se remonta a Nicolás de Bari, transformado en Santa Claus, en EEUU. Los Reyes Magos están quedando en segundo lugar y son ya muchos los hogares españoles que apuestan abiertamente por el Papá Noel. Cada día más, los niños españoles se parecen más a los estadounidenses a la hora de recibir los regalos navideños.
Papá Noel parte con la ventaja de que los regalos que él deposita en los hogares españoles pueden ser disfrutados por los niños durante sus vacaciones escolares. Por el contrario, los Reyes Magos, consecuencia de su despiste, depositan sus presentes el día 6 de enero, a solo dos días de la vuelta al cole de los alumnos españoles. Según el Evangelio de Mateo, tras el nacimiento de Jesús de Nazaret, los Reyes Magos acudieron desde Oriente para rendirle homenaje y entregarle regalos de gran riqueza simbólica: oro, incienso y mirra. Según la tradición, siguieron la estrella que los llevó hasta Jerusalén y de ahí, tras saludar a Herodes, volvieron a fijarse en la estrella que los llevó a Belén en la noche del 5 al 6 de enero. Se comprende que en aquel tiempo los Reyes no siempre pudieron guiarse acertadamente. A veces, las nubes impiden observar el firmamento –“Ya vienen los Reyes Magos, caminito de Belén, Olé, olé Holanda, Holanda ya se ve”-. Pero hoy, cualquier GPS no les haría pasar por Holanda y les llevaría directamente a Belén para regalar al recién nacido los presentes. Su entrada en el portal se adelantaría y los niños españoles disfrutarían de sus regalos durante toda la última semana de diciembre. Alargar la Navidad hasta el 7 de enero es una pérdida de tiempo, de actividad económica, social y escolar y una reducción injustificada del tiempo de disfrute de los niños.
Por mucha publicidad que empleen las compañías de seguridad españolas, Prosegur, Securitas Direct, Segur control, Secoex, etc., determinadas campañas publicitarias no solo asustan, sino que transmiten la sensación de que robar en una casa es más sencillo que sumar dos y dos, y que querer instalar una alarma para que no te roben o se metan en tu piso o chalet es una necesidad acuciante, porque la idea que transmite la campaña es que un día sí y otro también, los ocupas entran en tu casa y se quedan con la propiedad que compartes con un banco. “Que si a mi madre le quisieron robar la casa”, “que si nos vamos de vacaciones y dejamos sola nuestra casa”, etc., lo cierto es que esa compañías no garantizan nada la inviolabilidad de nuestros domicilios. Y no será que no están avisadas. Todas las noches del cinco de enero de todos los años, tres individuos que se disfrazan de Reyes Magos, después de pasearse entre aplausos por las calles de nuestros pueblos y ciudades, asaltan nuestras casas con camellos incluidos, y las alarmas que tenemos instaladas, ni se inmutan. Espero que en sus próximas campañas publicitarias aseguren la inviolabilidad de nuestras viviendas salvo en la noche del 5 al 6 de enero.