Ismail Omar Mostefai, nacido en octubre de 1985, Ibrahim Abdeslam nacido el 30 de julio de 1984, Bilal Hadfi, nacido el 22 de enero de 1995, Ahmad Almuhammad, nacido en el 10 de septiembre de 1990 y Samy Amimour, nacido en París el 15 de octubre de 1987, asesinaron a 129 ciudadanos franceses y después, se inmolaron, según dicen algunos medios de comunicación. No afirmo que sea falsa la noticia sobre la muerte de cinco terroristas, niego que se inmolaran, es decir que dieran la vida, a edad tan temprana, en provecho u honor de alguien o algo. Sería reconocerles la condición de mártires, lo que se da de bofetadas con matar a tanta gente. Los cinco terroristas se suicidaron, bien por cobardía, bien porque creyeron de verdad que matando infieles y suicidándose van directamente al paraíso.
Allí, en ese paraíso, también se encontrarían con sus compadres que asesinaron a 200 personas en Atocha y con los otros suicidas que mataron a 2950 en Nueva York; y con los que matan diariamente en Irak, como los 770 soldados iraquíes fusilados el mes de julio pasado; o en Siria, donde mataron a 250 soldados en agosto, tras la toma de la base aérea de Tabqa, o en Afganistán, en Túnez y en tantos y en tantos lugares. La pregunta que podían hacerse los siguientes terroristas sería: Si asesinamos a ciudadanos y después nos volamos el cuerpo y vamos al paraíso, ¿Adónde irán las victimas que matamos? No parece que sea muy lógico pensar que los asesinos vayan al cielo y los asesinados al infierno. Parece que entra en la lógica pensar lo contrario: El asesinado al cielo y el asesino al infierno. Si lo pensaran un minuto es posible que cayeran en la cuenta de que las cosas deben ser así y que les toman el pelo cuando les convencen de lo contrario. Si fuera como ellos piensan, todos nos convertiríamos en asesinos a la busca, captura a asesinato de yihadistas y, entonces, como somos más y tenemos más y mejor armamento, mataríamos más que ellos y el cielo se llenaría de occidentales y el infierno de miembros del Estado Islámico. Y esto ya no es cuestión de lógica sino de aritmética.