27S

Ahora, todo está claro

El Parlamento catalán eligió a un presidente golpista el pasado 10 de enero. Su elección es la consecuencia de lo establecido en la Constitución española y en el Estatuto de Autonomía de Cataluña. Por mucho que la CUP pretenda justificar su voto argumentando que ellos no han votado por un presidente autonómico, sino por un presidente de la República provisional catalana, las palabras de la presidenta del Parlamento catalán al proclamar presidente al Sr. Puigdemont diciendo que “mañana se dará cuenta de esa elección al Rey Felipe VI”, revelan claramente que lo que se eligió fue un presidente autonómico y no otra cosa. En consecuencia, hay algo que el presidente y su gobierno no pueden dejar de hacer, que es cumplir y hacer cumplir las leyes, que es una de las exigencias para gobernar en un Estado de Derecho.

Muerto el perro… se acabó la rabia

Foto: EFE
Tal vez me equivoqué la semana pasada cuando afirmé que no colaba el hecho de que Junts pel Sí y la CUP hubieran sido capaces de negociar, junto con ERC, el inicio de la conformación de un Estado catalán y se les hubiera pasado acordar el nombre del presidente encargado de formar un Gobierno que tuviera la capacidad ejecutiva para ponerlo en pie. Y admito que pudiera haberme equivocado si tenemos en cuenta que la inmensa mayoría de los afiliados a la CUP votaron el domingo anterior en contra de apoyar la investidura de Artur Mas. Pero el tal vez con el que abro este comentario se sostiene en el hecho de que, al día siguiente de que votaran las bases, el líder de la formación anticapitalista, Antonio Baños, declaró en un medio de comunicación que la posibilidad de que parte de los parlamentarios de la CUP voten al actual presidente en funciones sigue siendo posible. «Todas las opciones siguen abiertas», dijo en una entrevista en RAC. Sigo insistiendo, y me juego una cerveza con quien quiera, que Mas saldrá elegido presidente de la Generalitat con los votos de Junts pel Sí, de ERC y de la CUP.

Salvar la cara o… ¡vaya cara!

Cuarto. El Parlamento de Cataluña insta al futuro gobierno a adoptar las medidas necesarias para hacer efectivas estas declaraciones.

Quinto. El Parlamento de Cataluña considera pertinente iniciar, en el plazo de treinta días, la tramitación de las leyes de proceso constituyente, de Seguridad Social y de Hacienda Pública.

Octavo. El Parlamento de Cataluña insta al futuro gobierno a cumplir exclusivamente las normas o los mandatos emanados de esta Cámara.

Lo de arriba es parte de la resolución aprobada el pasado lunes 9 de noviembre por el Parlamento catalán, firmada por Junts pel Sí y por la CUP.

Nadie debería estar más dispuesto a constituir un nuevo gobierno en Cataluña que los firmantes de esa resolución, para que los mandatos contenidos en la misma no sean papel mojado.

Nacionalismo catalán. ¿Qué quieren?

Sólo quienes no conocen la historia de España pueden haberse visto sorprendidos por el resultado de las elecciones del 27-S y por la reclamación de una ruptura con un Estado que ya no garantiza el privilegio del que ha venido disfrutando la burguesía catalana desde el siglo XIX.

Quienes nos opusimos a la definición nacional de Cataluña no lo hacíamos por un afán centralista sino por evitar las consecuencias de tamaña e irresponsable cesión. Yo no soy ni nacionalista español ni centralista. Un extremeño no le debe nada al nacionalismo español, entre otras cosas porque su territorio y sus gentes han sido víctimas de ese nacionalismo que durante el siglo XIX y buena parte del XX protegió la industria catalana y vasca y el cereal castellano en perjuicio de otros territorios que tuvieron que comprar más caro los productos españoles que los foráneos.

Acuerdo con Felipe González… y con Borrell

Josep Borrell (EFE)La semana pasada escribí en estas mismas páginas un artículo que llevaba por título Acuerdo y desacuerdo con Felipe González. Después de lo visto, del desmentido de Felipe, y del silencio posterior, no tengo más remedio que titular este con el de Acuerdo con Felipe González, puesto que el desacuerdo ya no existe. Creo que no dijo lo que el periodista de La Vanguardia dijo que dijo, y no tengo ganas de preguntar por las razones que llevaron al periodista a entrecomillar una frase que Felipe no dijo. Si hubiera sido un político el que hubiera manipulado algo tan transcendente en estos momentos, se hubiera pedido su dimisión inmediata.

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