CGPJ

Corrupción nacionalista catalana



La prensa privada y pública editada en Cataluña creó la famosa frase del “oasis catalán”. Por lo visto, mientras que en el resto de España la corrupción, la desvergüenza y la bronca constituían el santo y seña de la política española, en Cataluña reinaba la austeridad, la decencia y el entendimiento, el “oasis catalán”.

Traicionar a los jueces

Hay en la Justicia cómplices dispuestos a hacer el trabajo sucio para los partidos políticos

El nuevo magistrado del Tribunal Constitucional Juan Carlos Campo, jura o promete su cargo ante el rey Felipe VI / EFE, Ballesteros

Los partidos no podrían politizar la Justicia si no contaran con cómplices dispuestos a hacer el trabajo sucio y a traicionar a sus compañeros de profesión. Ningún partido podría decir el nombre del presidente del CGPJ y del TS si no hubiera magistrados que estuvieran dispuestos a seguir las instrucciones de quienes han propuesto o van a proponer sus nombres. Cualquiera puede suponer -y supondrá acertando- que al magistrado al que se dirija el PP o el PSOE proponiéndole una vocalía del Consejo, le estará también exigiendo que vote para presidente, no a quien considere el mejor, sino al que hayan pactado los dos partidos. Si ya se sabe quién presidirá es porque se conoce que los vocales aceptarán que, a cambio de su nombramiento, perderán su independencia y acudirán como borregos a votar lo que les digan.

Se sentaron juntos

Ha dado la sensación de que toda la programación televisiva en estos diez días no difería sustancialmente de los programas frívolos que hablan de cotilleos

Los Reyes y los Eméritos durante el funeral de Isabel II. Gtres

Este lunes se dio sepultura, en el castillo de Windsor, a Isabel II, Reina de Gran Bretaña. Han sido diez días de luto, tiempo suficiente para que nada de lo ocurrido en ese período haya sido improvisado. Desde su fallecimiento en ese castillo hasta el entierro final no hubo un solo fallo en el protocolo seguido para la ocasión. Los medios de comunicación españoles también han tenido esos diez días para poder ilustrarse sobre todo lo que se iba a ver, oír y leer por los ciudadanos que hubieran tenido interés en seguir el llamado acontecimiento del siglo.

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