Dos pedales y cuatro ruedas
Siempre fue un misterio, para los que somos legos en el arte de la mecánica, el hecho de que unos automóviles necesiten tres pedales para poder circular, mientras que otros, los llamados automáticos solo necesiten dos – freno y acelerador-, prescindiendo del tercero llamado embrague.
Preguntado por esa circunstancia, el mecánico del taller al que llevo a reparar mi Volkswagen Passat cada vez que se le enciende en el cuadro de mando algún chivato, responde que la explicación es sencilla aunque el mecanismo que hace posible la ausencia física de uno de los tres pedales es muy complejo.
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