Diario de Sevilla

Respeto

La palabra respeto viene de respectus (mirar atrás, atención intensa, no perder de vista a uno tenerlo en especial consideración). Exactamente lo que no se está haciendo con la llamada “vieja guardia” del PSOE. En 1977 se celebraron las primeras elecciones democráticas después de la cruel dictadura franquista. El PSOE actual se presentó con sus siglas centenarias, pero le tuvo que añadir la letra r que iba entre paréntesis: PSOE (r) para diferenciarse del otro PSOE que también se presentó a las elecciones con la letra h entre paréntesis: PSOE (h). Uno, el renovado, liderado por Felipe González; otro, el histórico formado por los que decidieron ignorar el resultado del Congreso de Suresnes y que fueron inscritos por el gobierno de Suárez en el registro de partidos políticos. Los renovados miramos hacia atrás y tratamos con enorme respeto a los compañeros de Llopis. Jamás se nos ocurrió calificarlos de fascistas o de que trataban de hacerle el juego a Suárez.

“¿Se acabó el ‘procés’?”

Se acabó el procés”. ¿Cuántas veces hemos leído y oído esa frase? Con los indultos a los condenados independentistas, “se acabó el procés”. Con la amnistía para el resto de delincuentes independentistas, “se acabó el procés”. Con la entrada en Barcelona y posterior huida de Puigdemont, “se acabó el procés”. Con la elección, nombramiento y toma de posesión del socialista catalán, Salvador Illa, “se acabó el procés”. Con el Estado Plurinacional, “se acabó el procés”.

¿Debemos pedir perdón?

Son muchas las campañas electorales en las que he participado desde las primeras elecciones generales de 1977. Lo he hecho cuando gobernaban Adolfo Suárez, Calvo Sotelo, Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero, Mariano Rajoy y Pedro Sánchez. Con siete presidentes de Gobierno y en las elecciones autonómicas, desde 1983, hasta las últimas de 2023, en Extremadura y en casi todas las comunidades autonómas, y en las elecciones municipales, desde 1979. Calculo que habrán sido más de setenta campañas electorales. En la única ocasión que me sentí incómodo fue en la de 1982. Tenía la sensación de que tal vez no les estaba diciendo toda la verdad a los asistentes a los mítines en lo relacionado con la opción socialista respecto a la presencia de España en la OTAN.

Cuento sobre el racismo

Un señor de cincuenta y tantos años llegó a su asiento en un vuelo lleno de gente y al llegar y verlo no lo quiso. El asiento estaba al lado de un hombre negro. Enfadado, llamó inmediatamente a la azafata y le exigió un nuevo sitio. Dijo: “No puedo sentarme aquí junto a este negro”. La asistente de vuelo respondió: “Déjeme a ver si puedo encontrar otro asiento”. “Deme su nombre, por favor”. “Abas Ca Ca”, respondió el racista. Después de hacer una comprobación, la azafata volvió y le comunicó: “Señor no hay más asientos en clase turista, pero voy a consultar con el comandante a ver si hay algo en primera clase”.

En defensa de la decencia política

En defensa de la decencia política / rosell

Ha habido mucha torpeza y, sobre todo, muchos sobrentendidos. Se suponía que después de cuarenta y cinco años de funcionamiento de las instituciones creadas por la Constitución de 1978, todo el mundo se identificaba con ellas, las reconocía, las diferenciaba y sabía en qué consiste el papel de cada uno de los integrantes de las mismas. La televisión pública comenzó ofreciendo los sábados a media mañana un programa por su segunda cadena llamado Parlamento, en el que se explicaba la actividad que nuestros diputados y senadores realizaban a lo largo de una legislatura. Pero siendo en La 2 y en la matinal de los sábados, se podría suponer que el 99% de los adolescentes españoles de aquel tiempo no vieron nunca ese programa.

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