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Humildad fingida o el miedo guarda la viña

Artur Mas y Oriol Junqueras, en la firma del acuerdo para adelantar las elecciones al 27 de septiembre. (EFE)

Según se lee en la Biblia, los discípulos querían saber quién era el mayor en el reino de los cielos. Jesús puso a un niño en medio de ellos, diciendo: “Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos” (Mateo 18.4). Bien es cierto que junto a ese elogio de la humildad, San Pablo menciona en Colosenses (2.18) que “hay algo que parece ser la humildad, pero en verdad no lo es. Es la humildad fingida. Algunos, al darse cuenta de los méritos de la humildad, la codician por su excelencia o por la exaltación que buscan. Buscar la humildad por razones egoístas trae como resultado la humildad fingida”.

La Europa de los miedos

Cadáver de un inmigrante en una playa de Fuerteventura. (Reuters)

El pasado 24 de junio, el presidente y los expresidentes del gobierno de España coincidieron en un acto de celebración del trigésimo aniversario de la firma del Tratado de Adhesión a la entonces llamada Comunidad Europea. Celebración que contó con la presencia de quien, por aquel tiempo, ocupaba la jefatura del Estado, Don Juan Carlos I, y con el actual Rey, Don Felipe VI. Esa fecha se ha convertido en uno de los símbolos del imaginario español que, junto con la bandera, el himno, la divisa y la moneda única, identifican a la Unión Europea.

Tema delicado

Manifestación contra la Ley de Seguridad Ciudadana y la reforma del Código Penal. (EFE)

La reforma que entró en vigor el pasado día 1 de julio y que fue aprobada en el Congreso de los Diputados con el voto mayoritario del PP es de gran calado y profundidad. Según los expertos, una reforma que afecta a casi el 40% del actual Código Penal, no es una reforma, es un nuevo Código.

La violencia de género como costumbre

Manifestación contra la violencia de género en Granada. (Efe)

Cualquier día en cualquier ciudad española, la sección de esquelas de cualquier medio de comunicación informa del fallecimiento de cinco o más vecinos de esos pueblos o ciudades. Habrá día en que el recuento en los tanatorios locales hablen de más de diez o de veinte fallecidos según el tamaño de la población. Como son muertos que han dejado está vida individualmente, el común de los mortales no se siente conmocionado, porque en un día cualquiera desfilen por la ciudad quince o veinte féretros camino del cementerio para recibir sepultura o de la incineradora para quemar los restos del finado.

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