elecciones

Si Yolanda ganara España, ¿quién la pierde?

Como yo no tengo intención de convertirme en un apátrida, tendré que hacer todo lo posible para que la señora Díaz no se quede con mi país

La vicepresidenta segunda y líder de Unidas Podemos en el Gobierno, Yolanda Díaz

Al parecer, Yolanda Díaz ha hecho caso de quienes decimos con frecuencia que una propuesta política no puede comenzar con el nombre del protagonista (¿quién?), seguir con qué se piensa hacer (¿qué?) y terminar con el para qué (¿para qué?). La lógica indica que el camino es el contrario: Para qué se quiere gobernar, qué se quiere hacer y quién lo hará. La vicepresidenta segunda del Gobierno ha hecho una propuesta que comienza bien: Para qué quiere gobernar. “Está dispuesta a dar un paso para ganar España”. Yolanda Díaz quiere dar un paso para ganar España. El problema con el que nos encontramos es que ya sabemos para qué quiere dar un paso, pero no sabemos – por lo menos yo- en qué consiste “ganar España”.

El laboratorio andaluz

Utilizar las elecciones andaluzas como munición contra Sánchez o contra Feijóo es una falta de respeto que los votantes andaluces no deberían tolerar

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijoó, durante su intervención en un mitin en Granada.

Tratando de hacer un chiste, Feijóo metió la gamba cuando intentó comparar la belleza de la puesta de sol en Granada con la puesta de sol en Finisterre. “Clinton no estuvo en Finisterre y por eso proclamó la puesta de sol granadina como la mejor del mundo”.  No teníamos bronca suficiente como para que ahora nos enzarcemos por el nombre de una ciudad fusionada o por una puesta de sol. Y como la comparación de Feijóo la hizo en el contexto de una campaña electoral andaluza, los electores deben estar pasmados por el nivelazo del debate político de la campaña, a la que, por si le faltaba algo, el presidente del Partido Socialista Obrero Español de Andalucía añadió algo de sal adjetivando de tonto-polla a Feijóo.

Yo, mi, me, conmigo

Salvo en las elecciones locales en las que los candidatos son muy conocidos por los votantes, a medida que sube la población disminuye el conocimiento del candidato

El presidente de la Xunta de Galicia y candidato a la presidencia del PP, Alberto Núñez Feijóo; el presidente de la Junta de Andalucía y presidente del PP andaluz, Juanma Moreno y la portavoz del PP en el Congreso de los Diputados y futura secretaria general del partido, Cuca Gamarra

De nuevo, una nueva campaña electoral. Esta vez en Andalucía. Y lo hace de manera personalista. Oigan al candidato Moreno o a la vicepresidenta segunda del Gobierno de España y comprobarán que no pretenden liderar un proyecto para un territorio. Puro personalismo. Solo hablan de ellos: Yo, mí, me, conmigo. Y solo yo. Y sola yo.

Centralismo madrileño

En Madrid seguirá existiendo la democracia cualquiera que sea el resultado. En Cataluña volverá a desaparecer el pluralismo político

La presidenta de la Comunidad de Madrid y candidata a la reelección, Isabel Díaz Ayuso. Europa Press
La presidenta de la Comunidad de Madrid y candidata a la reelección, Isabel Díaz Ayuso. Europa Press

Estamos viviendo en una España absolutamente descentralizada, de los países más descentralizados del mundo pero, sin embargo, económica y políticamente seguimos con un centralismo feroz. El centralismo madrileño le ha ganado la batalla cultural al centralismo catalán que se llevaba la palma antes de que el independentismo arruinara el buque insignia que era Cataluña. Es una verdad incuestionable afirmar que todo lo que no esté en Madrid no existe y ésa es la experiencia que tenemos acumulada a lo largo de estos años. Siempre ha sido así y, seguramente, siempre será así.

De la tragedia madrileña a la farsa murciana

Iglesias vuelve a intentar la división del voto de izquierdas para que, como en 2015 con la victoria de Rajoy por la irrupción de Podemos, pueda seguir gobernando el PP en Madrid

El presidente de la Región de Murcia, Fernando López Miras. Europa Press
El presidente de la Región de Murcia, Fernando López Miras. Europa Press

El 18 de brumario de Luis Bonaparte, obra escrita por Karl Marx, comienza con la famosa frase: “La historia ocurre dos veces: la primera vez como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa”.

El tamayazo fue la tragedia que anunció el camino que el Partido Popular emprendió para convertir en tragedia lo que no debería haber sido más que una historia de normalidad democrática en la Comunidad Autónoma de Madrid. Para quienes hayan perdido la memoria o no conozcan la gran tragedia que supuso lo que periodísticamente se bautizó como el tamayazo, recordemos que  la votación celebrada el 30 de junio de 2003, en la Asamblea de Madrid, dos parlamentarios del PSOE (María Teresa Sáez y Eduardo Tamayo)  impidieron con su abstención en la segunda votación de investidura la elección de Rafael Simancas, candidato socialista, como nuevo presidente de la Comunidad de Madrid. Este caso de transfuguismo acabaría obligando a repetir las elecciones en octubre de ese mismo año, tras las que Esperanza Aguirre (PP) se convirtió en nueva presidenta regional. La democracia quedó tocada por el hecho de que dos parlamentarios se alejaran de la disciplina de voto del partido en el que habían concurrido a las elecciones autonómicas madrileñas. No se pudo demostrar, pero todo el mundo sospechó que la decisión de impedir el triunfo del candidato de su partido tuvo que ver con el precio que alguien pagó para comprar el voto de Tamayo y Sáez. …

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