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El oficio de periodista (I)

Rosell

Recientemente tuve la ocasión de impartir una clase en la Facultad de Periodismo de la Universidad de Extremadura. Fui invitado por una de sus profesoras y decidí no impartir teoría –para lo que no estoy preparado–, sino exponer ante los alumnos que me escucharon situaciones reales que
pueden encontrase en su actividad profesional cuando se inicien en la profesión para la que se están formando. Contravine en cierta medida lo que la profesora esperaba de mí. Hubiera querido que les disertara a los estudiantes sobre “cómo ven los políticos a los periodistas y viceversa”.

La ciudad prohibida

La ciudad prohibida / Rosell
La ciudad prohibida / Rosell

Hace casi cien días que se decretó el estado de alarma y, consecuentemente, el confinamiento total o parcial de los españoles para esquivar la temible pandemia declarada por los efectos del llamado coronavirus. En líneas generales, los ciudadanos hemos hecho lo que se esperaba de nosotros. No ha habido grandes discrepancias a la hora de adoptar todas y cada una de las medidas que la autoridad sanitaria ha ido dictando semana tras semana. Los sanitarios españoles han dado un ejemplo de madurez y de responsabilidad. No cayeron en la tentación de ponerse a discutir entre ellos o contra la autoridad sanitaria por falta de material y de personal. Lo importante era salvar vidas y a ello se entregaron arriesgando las suyas. Su ejemplar comportamiento ha sido reconocido con la concesión del premio Princesa de Asturias de la Concordia y con el aplauso diario que puntualmente le dedicábamos los ciudadanos a la caída de cada tarde.

EXTREMADURA RESPIRA

No existe ninguna razón para afirmar que Extremadura es pobre; también se puede ahogar a una sociedad sepultándola en tópicos. Sucedió que teniendo mucho no habíamos dispuesto de casi nada, ni siquiera de la posibilidad de reivindicarlo, de negociar lo que nos correspondía, de exigir un lugar al sol de la justicia y de la igualdad ante los pueblos. Acudan, si no, a la hemeroteca y vean el informe del Banco de Bilbao relativo a la situación económica de España y sus regiones en el periodo de 1955 a 1975, es decir, en los veinte años anteriores al inicio de la Transición: “Mientras que la población activa crecía en España el 11,7%, en Extremadura disminuía el 26,4%”. “En ese periodo, la renta en España creció el 191,39%, mientras que en Extremadura solo lo hizo en un 105,03%.

¿Son los jóvenes los que no creen en la Constitución, o es la Constitución la que no cree en ellos?

«Tras todas las críticas, desprecios, insultos, acusaciones y decepciones, he de decir que no me ha merecido la pena presentar los Premios Goya». El presentador Dani Rovira ha estallado en su perfil de Twitter tras las críticas recibidas. La excelente periodista Milagros Pérez Oliva escribe en El País del lunes 11 de febrero que «lo relevante de ese tuit es que no expresa sólo un estado de ánimo personal, individual, sino la existencia de un clima de exasperación, de hipercriticismo subjetivo y estéril, que en ocasiones se vuelve asfixiante».

Se llamaban Bill Gates y Steve Jobs

Monica Oriol
Es comprensible, y hasta se puede entender, que personas que no tienen la menor relación con las nuevas tecnologías de la información y del conocimiento piensen, a la manera tradicional, antigua y analógica, que lo que no se acredite con un título oficial no existe o, lo que es lo mismo, que quienes no cuelguen de la pared de su domicilio o despacho un título escolar o universitario ni saben nada ni valen para nada, tal y como sentenció la semana pasada la Sra. De Oriol, Presidenta del Círculo de Empresarios, quien en un arranque de elitismo dijo aquello de que “hay un millón de personas con cero cualificación y un salario mínimo, y te obligan a pagarles aunque no valgan para nada”.

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