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Traicionar a los jueces

Hay en la Justicia cómplices dispuestos a hacer el trabajo sucio para los partidos políticos

El nuevo magistrado del Tribunal Constitucional Juan Carlos Campo, jura o promete su cargo ante el rey Felipe VI / EFE, Ballesteros

Los partidos no podrían politizar la Justicia si no contaran con cómplices dispuestos a hacer el trabajo sucio y a traicionar a sus compañeros de profesión. Ningún partido podría decir el nombre del presidente del CGPJ y del TS si no hubiera magistrados que estuvieran dispuestos a seguir las instrucciones de quienes han propuesto o van a proponer sus nombres. Cualquiera puede suponer -y supondrá acertando- que al magistrado al que se dirija el PP o el PSOE proponiéndole una vocalía del Consejo, le estará también exigiendo que vote para presidente, no a quien considere el mejor, sino al que hayan pactado los dos partidos. Si ya se sabe quién presidirá es porque se conoce que los vocales aceptarán que, a cambio de su nombramiento, perderán su independencia y acudirán como borregos a votar lo que les digan.

Jueces sin apellidos políticos

Debería llegar el día en el que a nadie le importe el pensamiento de los jueces y magistrados, como ocurre con los médicos y cirujanos

Imagen del último pleno del CGPJ con Rafael Mozo al frente tras la dimisión de Lesmes

Los partidos no podrían politizar la justicia si no contaran con cómplices dispuestos a hacer el trabajo sucio y a traicionar a sus compañeros de profesión. No conozco a ningún magistrado que levante su voz para rechazar el apelativo de demócrata, conservador, liberal, de izquierdas o de derechas que se le atribuye desde el mismo momento en que su nombre se baraja para algún puesto de relevancia en el Poder Judicial. Ni un solo magistrado de los que han sonado o suenan para ocupar responsabilidades en el órgano de Gobierno de los jueces o en los altos tribunales de Justicia ha protestado por esos apelativos.

Fortalecer la democracia (elconfidencial.com)

El Secretario General de los socialistas madrileños dimitió el pasado miércoles de su cargo de senador por la Comunidad Autónoma de Madrid. Las razones son conocidas: su desacuerdo con la elección de un miembro de la carrera judicial, al que el PSOE de Madrid tenía recusado, para vocal de Consejo General del Poder Judicial. En principio, nada que objetar a esa decisión que pone de manifiesto que, frente a lo que se dice habitualmente de la coherencia de los políticos y de su falta de decisión para dimitir, de cuando en cuando, surgen excepciones que, lejos de confirmar la regla, lo que hacen es anularla.

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