justicia

Corrupción nacionalista catalana



La prensa privada y pública editada en Cataluña creó la famosa frase del “oasis catalán”. Por lo visto, mientras que en el resto de España la corrupción, la desvergüenza y la bronca constituían el santo y seña de la política española, en Cataluña reinaba la austeridad, la decencia y el entendimiento, el “oasis catalán”.

En defensa de la decencia política

En defensa de la decencia política / rosell

Ha habido mucha torpeza y, sobre todo, muchos sobrentendidos. Se suponía que después de cuarenta y cinco años de funcionamiento de las instituciones creadas por la Constitución de 1978, todo el mundo se identificaba con ellas, las reconocía, las diferenciaba y sabía en qué consiste el papel de cada uno de los integrantes de las mismas. La televisión pública comenzó ofreciendo los sábados a media mañana un programa por su segunda cadena llamado Parlamento, en el que se explicaba la actividad que nuestros diputados y senadores realizaban a lo largo de una legislatura. Pero siendo en La 2 y en la matinal de los sábados, se podría suponer que el 99% de los adolescentes españoles de aquel tiempo no vieron nunca ese programa.

Traicionar a los jueces

Hay en la Justicia cómplices dispuestos a hacer el trabajo sucio para los partidos políticos

El nuevo magistrado del Tribunal Constitucional Juan Carlos Campo, jura o promete su cargo ante el rey Felipe VI / EFE, Ballesteros

Los partidos no podrían politizar la Justicia si no contaran con cómplices dispuestos a hacer el trabajo sucio y a traicionar a sus compañeros de profesión. Ningún partido podría decir el nombre del presidente del CGPJ y del TS si no hubiera magistrados que estuvieran dispuestos a seguir las instrucciones de quienes han propuesto o van a proponer sus nombres. Cualquiera puede suponer -y supondrá acertando- que al magistrado al que se dirija el PP o el PSOE proponiéndole una vocalía del Consejo, le estará también exigiendo que vote para presidente, no a quien considere el mejor, sino al que hayan pactado los dos partidos. Si ya se sabe quién presidirá es porque se conoce que los vocales aceptarán que, a cambio de su nombramiento, perderán su independencia y acudirán como borregos a votar lo que les digan.

Jueces sin apellidos políticos

Debería llegar el día en el que a nadie le importe el pensamiento de los jueces y magistrados, como ocurre con los médicos y cirujanos

Imagen del último pleno del CGPJ con Rafael Mozo al frente tras la dimisión de Lesmes

Los partidos no podrían politizar la justicia si no contaran con cómplices dispuestos a hacer el trabajo sucio y a traicionar a sus compañeros de profesión. No conozco a ningún magistrado que levante su voz para rechazar el apelativo de demócrata, conservador, liberal, de izquierdas o de derechas que se le atribuye desde el mismo momento en que su nombre se baraja para algún puesto de relevancia en el Poder Judicial. Ni un solo magistrado de los que han sonado o suenan para ocupar responsabilidades en el órgano de Gobierno de los jueces o en los altos tribunales de Justicia ha protestado por esos apelativos.

Varas de medir

 Varas de medir / Rosell
Varas de medir / Rosell

La doble vara de medir es una expresión popular que nos conduce a otra que llamamos la ley del embudo. En cualquier caso, se trata de denunciar el tratamiento dispar, beneficioso para unos y oneroso para otros, que damos a situaciones iguales o parecidas.
Hoy, las distintas varas de medir o la ley del embudo me vienen a colación por el desigual trato recibido por situaciones penitenciarias y políticas que están teniendo lugar ante el silencio de quienes se rasgan fácilmente las vestiduras cuando les toca a ellos la parte estrecha del embudo.

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