Marcos: «¡Las cajas volverán!»
Hasta el último día, José Antonio Marcos creyó que las cajas de ahorros volverían. La desaparición de Caja Badajoz, donde el prestó sus servicios profesionales durante tantos años, fue para él un mazazo que no supo ni pudo superar.
Cuando el mercado financiero eliminó a su mayor competencia, las cajas de ahorros, José Antonio Marcos ya se había jubilado con todos los honores y el reconocimiento de la ciudad de Badajoz, que le nombró hijo adoptivo y le dio su nombre a una calle de la capital pacense. En esa ciudad en la que existe una residencia universitaria que también lleva su nombre. Nada de eso compensó el malestar que le produjo que una caja solvente se malvendiera al mejor postor con el único fin de quitarla del mercado y así evitar competencias y ayudar más a vaciar la España vaciada.
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