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Política, mucha política

El pasado nueve de noviembre, el presidente de Cataluña, Artur Mas, declaraba pública y chulescamente, tras depositar su voto en el remedo de referéndum sobre la secesión catalana que «si la Fiscalía busca un responsable, soy yo». Oyéndole se tenía la sensación de que el Sr. Mas quería que todos cuantos le escucháramos supiéramos que lo que se estaba haciendo ese día en Cataluña era ilegal, que esa ilegalidad la estaban cometiendo otros además de él, pero que él se ofrecía como cabeza de turco para asumir cualquier procedimiento que se abriera como consecuencia del quebrantamiento del orden constitucional. No en vano, el presidente catalán desoyó el fallo del Tribunal Constitucional que declaró ilegal cualquier tipo de consulta que pusiera en manos de un grupo de ciudadanos decisiones que sólo corresponde tomar a los únicos y verdaderos depositarios de la soberanía nacional, es decir, al conjunto de los españoles. Sacando pecho, Mas parecía decir: “Aquí está el responsable de lo hecho y si el fiscal quiere algo, que sepa a quien debe dirigirse”.

¡Que veintitrés no valgan como uno! (elconfidencial.com)

La etarra Inés del Río sale de la cárcel. (Efe)
Si yo fuera víctima del terrorismo etarra pensaría y, seguramente, diría, lo que dijeron algunas asociaciones de víctimas del terrorismo cuando el lunes pasado se conoció la sentencia del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo. Y lo haría porque entre mis deberes cívicos no entran los de hacer cumplir las leyes, sean estas españolas o comunitarias. Como ciudadano sólo llego a cumplirlas. La persona que ha visto asesinar a un familiar no tiene más que pensar en las víctimas y en el castigo, lo más duro posible, para los verdugos, para los asesinos. Si no fuera así, si el comportamiento humano no respondiera a ese esquema, no estaríamos hablando de personas, sino de máquinas. Por lo tanto, a nadie debe extrañar ni escandalizar que las víctimas sientan indignación. Yo, también.

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