machismo

¿Hay alguien que quiera escucharme?

¿Hay alguien que quiera escucharme? / rosell
¿Hay alguien que quiera escucharme? / Rosell

Resulta difícil aceptar la situación que semana a semana se presenta ante nuestros atónitos ojos. La matanza de mujeres a manos de sus parejas o ex parejas sigue ocupando páginas y páginas de los medios de comunicación social sin que parezca que el triste y desgraciado fenómeno tienda a desaparecer o por lo menos a rebajar su intensidad. Artículos y opiniones tratan de explicar las causas que aparentemente contribuyen al asesinato semanal, a la violación o a las agresiones grupales a mujeres.

A mí también me produjo asco

Año 2031. De nuevo hemos celebrado elecciones generales. El recuento ha vuelto a configurar un Congreso de los Diputados multipartidista. Vuelven a sobresalir los clásicos de siempre: PSOE y PP. Ninguno de los dos con diputados suficientes para que sus respectivos líderes alcancen los 176 diputados que siguen siendo necesarios para resultar investidos para el cargo de presidente del Gobierno. Los sueños independentistas se han volatilizado y sus máximos dirigentes siguen penando por los delitos de rebelión en las cárceles catalanas. El espacio electoral de los secesionistas ha sido ocupado por partidos constitucionalistas y por los defensores de la Naturaleza y de las corridas de toros.

Los hombres que hablaban de las mujeres

Los hombres que hablaban de las mujeres. Foto: Istock
Escribo estas líneas en la mañana del día 8 de marzo, cuando se conmemora el Día Internacional de la Mujer. Machismo, homofobia y racismo sigue presente en la vida de los hombres españoles. Traten de escuchar a los postres de cualquier comida de hombres los chistes que cuentan los más capacitados para escenificar esas historietas que tanta gracia provocan. Nadie ha oído nunca contar un chiste que empiece “saben ese del blanco que…” o “iba un heterosexual por…”. Muchos se cuentan sobre homosexuales o sobre negros.

MACHISMO

En el momento de escribir estas líneas, el parlamento catalán ha aprobado una propuesta de desconexión con España, la campaña electoral para las elecciones generales del 20 de diciembre está en sus prolegómenos y tres mujeres más (casi 800 desde 2003 hasta hoy) han sido asesinadas por hombres.

Y hombres, solo hombres, encabezan las candidaturas de los principales partidos (PP, PSOE, CIUDADANOS, PODEMOS, IU, UPyD de ámbito nacional). Y un hombre, solo un hombre que iba el cuarto en la lista electoral del Junts pel Sí, por debajo de dos mujeres, se considera  a sí mismo indispensable para romper el cordón umbilical que une a Cataluña con el resto de España. Todos ellos hablarán de la violencia de género y de la virtuosidad de las mujeres en política, pero ninguno de ellos considerará que si dieran un paso atrás, y una mujer ocupara la próxima presidencia del gobierno de España, probablemente sabrían mejor que los hombres como atacar el asesinato constante y continuo de sus congéneres. Y saben, mejor que los hombres, que romper cordones umbilicales produce llanto y frío, mucho frío.

No lo hará ninguno porque, si bien, cantarán las excelencias femeninas, ellos van los números uno porque se consideran mejores que las que vayan en números 2.

 

De chachas y desgarros

Javier León de la Riva explica sus declaraciones ante los medios. (Efe)
De cuando en cuando, el mundo político y el mediático encuentran temas para la discusión y el debate que dan para alargar las opiniones hasta el infinito. Uno de esos asuntos, el de la elección directa de los alcaldes, había vuelto a asomarse al foro y estaba provocando las delicias de quienes pueden opinar con total impunidad sobre las ventajas y los inconvenientes de esa forma de elección. Defender una u otra posición no compromete en casi nada y, tampoco, obliga a devanarse los sesos tratando de dar con la fórmula que permita, por ejemplo, reducir las listas de paro de nuestro país. Da la sensación de que algunos piensan que los parados se despiertan cada mañana preguntando si por fin se elegirá o no directamente a los alcaldes, para saber si encontrarán o no empleo.

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