maternidad

Un embarazo de riesgo: ¿quién protege a quien arriesga?

Si Adriana Lastra hubiera sido hombre no hubiera dimitido por su embarazo. ¡Qué contento estará el machismo hispano!

Adriana Lastra durante un acto del PSOE

No es que Adriana Lastra haya sido lo mejor que ha habido en la Vicesecretaría General del PSOE desde que se introdujo esa figura en la Comisión Ejecutiva Federal socialista para darle más poder al que había sido secretario de organización, Alfonso Guerra. Desde que el PSOE llegó al Gobierno de España, se necesitaba que alguien con autoridad se hiciera cargo de la organización socialista para suplir en el día a día el papel que ya no podía ejercer el secretario general, Felipe González, metido de lleno en las tareas de Presidente del Gobierno.

Si no, ¿para cuándo?

Si no, ¿para cuándo? - Rosell
Si no, ¿para cuándo? – Rosell

El pasado día 8, los colectivos feministas convocaron una huelga general dirigida sólo a la mitad de la población, a las mujeres, con el objetivo de demostrar que si ellas paran, se para el mundo. En el manifiesto 8-M se denunciaba, entre otras muchas situaciones, que «No aceptamos estar sometidas a peores condiciones laborales, ni cobrar menos que los hombres por el mismo trabajo». Frente a lo que ocurrió en la edición de 2017, en esta de 2018 sí contaron con el apoyo de sindicatos y de algunos partidos políticos.

Después del día 8 hay que seguir manteniendo vivas todas y cada una de las reivindicaciones que figuraban en su protesta y en sus demandas. Desde aquí añado dos reivindicaciones que creo contribuirían a eliminar en parte la discriminación salarial a la que se ven sometidas en sus respectivos trabajos.

Amandja (elconfidencial.com)

Fue una noche lluviosa. El viento soplaba rabioso arqueando todo arbusto que encontraba a su paso. En la isla San Marcos, el temporal era cosa habitual. El ministro Mellish llegó a su casa con el cuello de la gabardina levantado y el de la camisa enrojecido; su secretaria no había sido precavida y dejó en ella la marca de su pasión. Ya habían discutido sobre su barra de labios en otras ocasiones, pero después del viaje a Londres, Amandja, que así se llamaba su eficiente e íntima colaboradora, había decidido no cuidar esos detalles. En la capital británica, Amandja había interrumpido su gestación porque el ministro no quería que nada ni nadie echaran a perder su imagen de buen padre, buen marido y mejor católico. Si el ministro no quería ser señalado por ese ‘pequeño detalle’, ella se iba a encargar de marcarlo, cual borrego vacunado, en cada encuentro clandestino.

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