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Rostro masculino

Rostro masculino - Rosell
Rostro masculino – Rosell

Se convocaron elecciones generales. La legislatura no daba más de sí. Unos tenían mucha prisa y otros tenían mucho miedo. Algunos deseaban el anuncio de disolución de unas Cortes que nacieron con fórceps, y otros temían perder su situación privilegiada. Lo que está por llegar es una incógnita. Desde 1982 se sabía que gobernaba el PSOE o que lo haría el PP. Estaba instalado el malmirado bipartidismo. Los amantes de emociones fuertes añoraban situaciones que impidieran saber el desenlace final. La aparición de nuevos partidos ha venido a llenar de misterio y de incertidumbre las elecciones generales de 28 de abril próximo. Los más descreídos o los más veteranos -que no tienen por qué ser la misma cosa- saben que apareció la Operación Roca, el CDS, UPyD, Izquierda Unida para llenar de dramatismo el panorama electoral español y, al final, desaparecieron y volvió el agua a su cauce. PP y PSOE parecían ahogarse ante tantas siglas de nuevo cuño, pero fueron quienes mejor aguantaron el chaparrón. Encogieron como encoge un mal tejido cuando se moja, pero, con la que está cayendo, siguen resguardando las esencias del pensamiento liberal conservador y socialdemócrata. Como dice la canción: «Sin novedad señora baronesa».

Nadie es propiedad de nadie

Funeral de una víctima por violencia de género, en Orihuela. (Efe)
La forma de pensar no cambia sola, sino que hay que hacer pedagogía para que nuestros comportamientos se adapten a las nuevas situaciones. Confieso que hasta hace unos años, siempre que me cepillaba los dientes, tenía la mala costumbre de dejar el grifo abierto mientras duraba ese tipo de aseo. Fue mi hija, cuando estudiaba primaria, la que me educó en el uso racional del agua, cosa a la que yo nunca había prestado atención, porque cuando tenía su edad ni había agua corriente en las casas y, en muchas ocasiones, ni siquiera cepillo para los dientes. …

De chachas y desgarros

Javier León de la Riva explica sus declaraciones ante los medios. (Efe)
De cuando en cuando, el mundo político y el mediático encuentran temas para la discusión y el debate que dan para alargar las opiniones hasta el infinito. Uno de esos asuntos, el de la elección directa de los alcaldes, había vuelto a asomarse al foro y estaba provocando las delicias de quienes pueden opinar con total impunidad sobre las ventajas y los inconvenientes de esa forma de elección. Defender una u otra posición no compromete en casi nada y, tampoco, obliga a devanarse los sesos tratando de dar con la fórmula que permita, por ejemplo, reducir las listas de paro de nuestro país. Da la sensación de que algunos piensan que los parados se despiertan cada mañana preguntando si por fin se elegirá o no directamente a los alcaldes, para saber si encontrarán o no empleo.

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