mujeres

¿Por ser mujeres?

Casi siempre pasa lo mismo cuando las candidaturas no son de hombres sino de mujeres. Pasan en un santiamén del cielo al infierno

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Europa Press
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Europa Press

Alardeamos tanto de feminismo que cada vez que surge una candidata con posibilidades de ganar unas elecciones autonómicas o generales, inmediatamente sacamos de la chistera uno o dos candidatos para impedir la victoria de la candidata. Basta recordar a Sáenz de Santamaría y a Pablo Casado. La primera fue la preferida de la militancia popular. Cuando dejaron de votar los afiliados, Santamaría y Casado sometieron sus candidaturas a los compromisarios. Ganó el segundo. Cuando surgió una candidata con posibilidades se tuvo la habilidad de ponerle enfrente a un candidato para que ganara a la mujer y así poder seguir presumiendo de partido feminista cortando el paso a las mujeres que tuvieron el coraje de dar el salto en un mundo de hombres.

Rostro masculino

Rostro masculino - Rosell
Rostro masculino – Rosell

Se convocaron elecciones generales. La legislatura no daba más de sí. Unos tenían mucha prisa y otros tenían mucho miedo. Algunos deseaban el anuncio de disolución de unas Cortes que nacieron con fórceps, y otros temían perder su situación privilegiada. Lo que está por llegar es una incógnita. Desde 1982 se sabía que gobernaba el PSOE o que lo haría el PP. Estaba instalado el malmirado bipartidismo. Los amantes de emociones fuertes añoraban situaciones que impidieran saber el desenlace final. La aparición de nuevos partidos ha venido a llenar de misterio y de incertidumbre las elecciones generales de 28 de abril próximo. Los más descreídos o los más veteranos -que no tienen por qué ser la misma cosa- saben que apareció la Operación Roca, el CDS, UPyD, Izquierda Unida para llenar de dramatismo el panorama electoral español y, al final, desaparecieron y volvió el agua a su cauce. PP y PSOE parecían ahogarse ante tantas siglas de nuevo cuño, pero fueron quienes mejor aguantaron el chaparrón. Encogieron como encoge un mal tejido cuando se moja, pero, con la que está cayendo, siguen resguardando las esencias del pensamiento liberal conservador y socialdemócrata. Como dice la canción: «Sin novedad señora baronesa».

Los hombres que hablaban de las mujeres

Los hombres que hablaban de las mujeres. Foto: Istock
Escribo estas líneas en la mañana del día 8 de marzo, cuando se conmemora el Día Internacional de la Mujer. Machismo, homofobia y racismo sigue presente en la vida de los hombres españoles. Traten de escuchar a los postres de cualquier comida de hombres los chistes que cuentan los más capacitados para escenificar esas historietas que tanta gracia provocan. Nadie ha oído nunca contar un chiste que empiece “saben ese del blanco que…” o “iba un heterosexual por…”. Muchos se cuentan sobre homosexuales o sobre negros.

Acortar plazos o cambiar género

Cuando el diputado Xavier Domènech, líder de En Comú Podem, acabó su intervención en el debate de investidura, Pablo Iglesias, portavoz de Podemos se abalanzó sobre él para abrazarle y besarle los labios. Nada pasó y a nadie escandalizó. Por eso, cuarenta y ocho horas después, ese mismo Pablo Iglesias volvió a la tribuna de oradores del Congreso para sorprenderse de que, habiendo besado a un hombre en los labios, nadie hubiera manifestado su escándalo. Cualquiera diría que estaba celoso de su compañera Bescansa que, con su aparición en el hemiciclo con el niño a cuestas, sí levantó opiniones y comentarios de todo tipo y calaña. El adanismo de Iglesias le lleva, a veces, a olvidar que antes de que él llegara, el PSOE y varios grupos parlamentarios habían aprobado leyes en el parlamento que terminaban con la discriminación que suponía ese tipo de amores.

MACHISMO

En el momento de escribir estas líneas, el parlamento catalán ha aprobado una propuesta de desconexión con España, la campaña electoral para las elecciones generales del 20 de diciembre está en sus prolegómenos y tres mujeres más (casi 800 desde 2003 hasta hoy) han sido asesinadas por hombres.

Y hombres, solo hombres, encabezan las candidaturas de los principales partidos (PP, PSOE, CIUDADANOS, PODEMOS, IU, UPyD de ámbito nacional). Y un hombre, solo un hombre que iba el cuarto en la lista electoral del Junts pel Sí, por debajo de dos mujeres, se considera  a sí mismo indispensable para romper el cordón umbilical que une a Cataluña con el resto de España. Todos ellos hablarán de la violencia de género y de la virtuosidad de las mujeres en política, pero ninguno de ellos considerará que si dieran un paso atrás, y una mujer ocupara la próxima presidencia del gobierno de España, probablemente sabrían mejor que los hombres como atacar el asesinato constante y continuo de sus congéneres. Y saben, mejor que los hombres, que romper cordones umbilicales produce llanto y frío, mucho frío.

No lo hará ninguno porque, si bien, cantarán las excelencias femeninas, ellos van los números uno porque se consideran mejores que las que vayan en números 2.

 

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