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Jueces sin apellidos políticos

Debería llegar el día en el que a nadie le importe el pensamiento de los jueces y magistrados, como ocurre con los médicos y cirujanos

Imagen del último pleno del CGPJ con Rafael Mozo al frente tras la dimisión de Lesmes

Los partidos no podrían politizar la justicia si no contaran con cómplices dispuestos a hacer el trabajo sucio y a traicionar a sus compañeros de profesión. No conozco a ningún magistrado que levante su voz para rechazar el apelativo de demócrata, conservador, liberal, de izquierdas o de derechas que se le atribuye desde el mismo momento en que su nombre se baraja para algún puesto de relevancia en el Poder Judicial. Ni un solo magistrado de los que han sonado o suenan para ocupar responsabilidades en el órgano de Gobierno de los jueces o en los altos tribunales de Justicia ha protestado por esos apelativos.

CUATRO PARADOJAS

Asintomáticos y PCR:

Por lo visto, los más jóvenes y los infantiles pueden adquirir el coronavirus pero manifestarse como asintomáticos. La ministra de Educación, para tranquilizar al personal dijo en una entrevista en Onda Cero el pasado 31 de agosto que cuando algún alumno presente síntomas de estar infectado, inmediatamente se les hará PCR a los alumnos y personas que hayan tenido un mayor contacto con él. Es una paradoja decir que los alumnos son más asintomáticos que el resto de la población y esperar a hacerles un PCR a que algunos exterioricen esos síntomas.

Cumplir las promesas de la campaña

Siempre que pasa lo mismo, se dice lo mismo, sin que exista la más mínima garantía de que se van a cumplir las premoniciones. Cuando, después del 20-D, los partidos del arco parlamentario no fueron capaces de llegar a un acuerdo para formar un Gobierno, los más avispados de entre nosotros auguraban una amplia abstención si se volvían a convocar nuevas elecciones; se aventuraba que los responsables de conducir al país a un nuevo proceso electoral lo pagarían caro en las urnas. No pasó ni una cosa ni otra. Los españoles volvimos a votar el pasado 26 de junio con un porcentaje de participación parecido al que acudió a votar en las elecciones de seis meses atrás. PSOE y Ciudadanos, ante la inacción de Rajoy, intentaron formar un Gobierno que sólo exigía la abstención del PP o de Podemos. Podemos se quedó como estaba en las últimas elecciones, y PP ganó diecisiete escaños. Nada de lo que se predijo ocurrió.

Cumplir lo prometido o cambiar de caballo

Pedro Sánchez y César Luena
«¿Pero los socialistas se abstendrían o tendremos que ir a unas terceras elecciones?». Esta es la pregunta que, con cierto enfado, realizaba el director-presentador del programa La Noche en 24 horas a un senador del PSOE el pasado 28 de junio. No vi el mismo enojo cuando PP y Podemos votaron en contra de la propuesta de investidura que realizaron PSOE y Ciudadanos, tras las elecciones del pasado 20 de diciembre; la abstención de cualquiera de los dos hubiera evitado la celebración de unas segundas elecciones. Parece ser que para el presentador de La Noche era tolerable que se celebraran dos elecciones seguidas, pero le resulta infumable la celebración de una tercera. Y por ese falaz razonamiento, el PSOE debería estar obligado a facilitar el Gobierno del PP.

No a cualquier precio

En primer término, Nicolás Sartorius; a la izquierda, adelante, Diego López Garrido. SAMUEL SÁNCHEZ Un grupo de intelectuales, artistas y sindicalistas presentaron el lunes, 11 de abril, un manifiesto que sumaba un centenar de adhesiones en el que se reclamaba «un acuerdo entre el PSOE, Podemos y Ciudadanos para lograr un Gobierno del cambio y evitar las elecciones y al PP». Salvo los votantes del partido popular, serán pocos los ciudadanos que estén en contra de ese deseo que los intelectuales, artistas y sindicalistas manifiestan en el documento presentado.

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