pandemia

No todo el que vota populismo es populista

Los partidos democráticos de la derecha y de la izquierda identifican al votante influido por el miedo con el populista ideológico

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro

Ya se venía venir. Creíamos que la democracia occidental estaba consolidada. No íbamos a ser tan estúpidos como para dejarnos arrastrar por los Trump, los Salvini, los Le Pen y demás saboteadores de la libertad. Con lo que costó desterrar los discursos racistas, xenófobos, machistas, dictatoriales, sabíamos que quienes se asomaran a la arena electoral con esos pronunciamientos no llegarían ni a la esquina de cualquier colegio electoral. Eso ya no tenía sitio en sociedades hechas y derechas como las nuestras. Quienes se atrevieran a despreciar a las mujeres, a los homosexuales, a quienes tuvieran una piel de color diferente a la «blanca» o una religión distinta de la «verdadera» estarían cavando su tumba en el momento de nacer.

Las dos caras de Madrid

Si no existiera esa parte de Madrid, innovadora, viva y dinámica, sería imposible que estuviera avanzando a la velocidad que lo está haciendo

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Europa Press
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Europa Press

La Comunidad de Madrid ha venido siendo noticia desde que Isabel Díaz Ayuso ganó las elecciones autonómicas con una ventaja sobre sus rivales que casi nadie esperaba. La gestión de la pandemia en los primeros meses en las residencias de acogida de ancianos hicieron creer a la mayoría que Ayuso no podría llegar a unas elecciones y ganarlas arrastrando el pesado fardo de haber dejado en sus habitaciones a enfermos contagiados para que murieran en las residencias sin ocupar plazas en los hospitales de la comunidad.

¿Quiénes somos nosotros?

Hemos bautizado a los niños marroquíes con el apodo de menas como si fueran componentes de una banda de criminales que vienen a asaltar nuestro país

Dos niños marroquíes sobre un muro en la nave de primera acogida del polígono del Tarajal. Europa Press
Dos niños marroquíes sobre un muro en la nave de primera acogida del polígono del Tarajal. Europa Press

Usted que está empezando a leerme, piense lo siguiente: su nieta, su hijo, su mujer, su padre o su madre, su hermano han nacido en el África subsahariana. No tuvieron la suerte que tuvo usted y que tuve yo que nacimos en un país como España o como Francia o como Alemania. No hicimos nada para tener esa suerte. Ellos tampoco hicieron nada para tener esa desgracia. A usted y a mí nos criaron nuestros padres. Para no enfermar -o si lo hacíamos- contábamos con un excelente sistema sanitario. Hemos contado con médicos que nos curaron cuando lo necesitamos. Pudimos iniciar nuestro desarrollo intelectual acudiendo a magníficos centros educativos donde nos encontramos con profesores y maestros que nos enseñaron y nos prepararon para poder enfrentarnos a los retos y desafíos de la sociedad. Ellos, que nacieron en esa África subsahariana, no tuvieron esas oportunidades educativas, sanitarias, profesionales y personales. Su único delito fue haber nacido en el lugar equivocado. Nacieron más al sur que nosotros. Como hemos visto en estos días, si muchos de los que se tiraron al agua para llegar a nuestro país hubieran nacido un metro más acá, hubieran gozado de todos los derechos de los que disponemos usted y yo. Solo un metro es la distancia que separa la democracia del autoritarismo, los derechos humanos de la falta de oportunidades, la guerra de la paz.

CUÁNTO, EN QUÉ CONDICIONES Y CON QUÉ GARANTÍAS

Sanchez y Merkel durante las negociaciones en la UEA los demócratas españoles nos costó tanto tiempo, cuarenta años esperando entrar en la Unión Europea, que estamos siempre dispuestos a perdonar cualquier veleidad, cualquier desviación, e incluso a tratar de superarla con tal de que no desaparezca este maravilloso invento que se llama Unión Europea. Muchos de nosotros, por cierto, no dimos por concluida la Transición española hasta que no ingresó España en la Unión Europea. La Constitución de 1978 nos dio la libertad; y sin embargo, el ingreso de España en la Unión Europea nos homologó democráticamente con el resto de países a los que queríamos parecernos.

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