La ministra portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, ante la negativa del candidato a Lehendakari por Bildu de calificar a ETA como grupo terrorista, tenía que haber emulado a Franklin D. Roosevelt cuando calificó al general Somoza de “hijo de puta” para, a renglón seguido, añadir, pero “es nuestro hijo de puta”, y haberle dicho al candidato proetarra: “ETA fue un grupo terrorista pero era tu grupo terrorista. El resto de los ciudadanos éramos las víctimas de ellos”.
Resultaría extraño que un partido que no gobierna en una Comunidad Autónoma reclamara al Gobierno central que delegara alguna de sus exclusivas competencias al gobierno autonómico de esa comunidad. Y digo que resultaría extraño si no fuera porque ya hemos visto ese fenómeno en otras negociaciones como las de Junts con el Gobierno de España.
Por lo visto, los más jóvenes y los infantiles pueden adquirir el coronavirus pero manifestarse como asintomáticos. La ministra de Educación, para tranquilizar al personal dijo en una entrevista en Onda Cero el pasado 31 de agosto que cuando algún alumno presente síntomas de estar infectado, inmediatamente se les hará PCR a los alumnos y personas que hayan tenido un mayor contacto con él. Es una paradoja decir que los alumnos son más asintomáticos que el resto de la población y esperar a hacerles un PCR a que algunos exterioricen esos síntomas.
Está claro que los independentistas desean el resquebrajamiento del régimen del 78, que basa su fortaleza en la Monarquía parlamentaria.
Estamos ante un nuevo intento de volar la Monarquía como consecuencia del discurso del Rey Felipe VI a propósito del frustrado referéndum de autodeterminación en Cataluña. Vuelven a la carga, en esta ocasión, aprovechando el testimonio de figuras poco presentables contra el anterior Rey, D. Juan Carlos I.
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Seguro que muchos de los que lean estas líneas recordaran haber visto la película Good bye Lenin, estrenada el año 2003 y dirigida por el alemán Wolfgang Becker. La trama de la película gira en torno a una mujer y madre de 2 hijos, muy activa dentro del Partido Socialista Unificado y simpatizante del Gobierno comunista, la cual por una situación de estrés profundo, cae en estado de coma un tiempo antes de la caída del muro de Berlín. Estando postrada en el hospital, esta mujer se pierde la primera parte del proceso de unificación de ambas partes de Alemania y la transición a un mundo completamente capitalista. Luego de estar ocho meses en coma, despierta para encontrarse con un mundo desconocido para ella, por lo que a partir de esto, para evitarle una situación de estrés fuerte, su hijo Alex comienza a recrear la vida de su madre tal como era previa a la caída del muro de Berlín y la reunificación de Alemania, por lo que el apartamento de la familia pasa a ser una isla anclada en el pasado.