políticos

Pasteles, ausencias, pitonisos, muertos, España

Baldoví, cabeza de lista por Compromís a las elecciones autonómicas de la Comunidad Valenciana, declaró el pasado martes 13 al programa de la Cuatro, Todo es mentira, el martes, que el posible acuerdo entre PP y Vox en su comunidad -ya confirmado- estaba hecho en ese momento. Baldoví no encontró mejor expresión que decir que lo que están haciendo es el paripé  “Para repartirse el pastel”. El pastel debe ser el Gobierno de esa comunidad. Si se iban a repartir el pastel entre dos formaciones políticas, significa que si no se lo repartían ellos, el pastel seguiría ahí.

Para el día de reflexión

un elector introduce su voto en la urna en un colegio

El sistema político español está lleno de imperfecciones y de matices, es decir, todo lo que hay se puede matizar e incluso se podría cambiar. Pretendo poner de manifiesto que si se cambiaran algunas cosas, o se modificaran, seguramente las imperfecciones y los matices seguirían presentes. No conozco ningún sistema político en el mundo que sea perfecto. Se pueden cambiar cosas, podemos ver los defectos que tiene el nuestro. Si lo cambiáramos volverían a aparecer imperfecciones, desafecciones, dudas y matices.

Carta a los parlamentarios silentes

Carta a los parlamentarios silentes / Rosell

Cualquier sondeo de los publicados últimamente sitúan a la política y a los políticos como uno de los primeros problemas que agobian a los españoles. La política no debería constituir problema alguno; si no existiera la política nadie es capaz de adivinar como se articularía la convivencia, cómo sería el sistema educativo o el sanitario, quién regularía los diferentes regímenes laborales, cómo se pagarían las pensiones, de cuánto sería el salario mínimo interprofesional si es que dicho salario existiera, quiénes serían los dueños de las vías de comunicación y de las diferentes redes telemáticas, etc., etc. La política siempre existirá, será buena o mala, pero será. Sin ella, la civilización hubiera acabado hace milenios.

Ética laxa

Estoy en contra de ese código que trajo la “nueva política” y por eso estoy con los que defienden la no dimisión de alguien que solo está siendo investigado

La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, y la vicepresidenta y consejera de Políticas Inclusivas de la Generalitat, Mónica Oltra

Supongamos que sea cierto. Supongamos que damos por buena la defensa de su conducta que hace Mónica Oltra, vicepresidenta del gobierno de la Comunidad Autónoma de Valencia. Aceptemos que su imputación es consecuencia de un complot urdido por la extrema derecha, por la fiscalía valenciana, por el Tribunal Superior de Valencia, por determinada prensa que le tienen ganas, por una menor que nunca fue víctima por agresión sexual de quien fue marido de la imputada. Supongamos que todas esas cosas y algunas otras que se nos escapen han puesto en el disparadero a una política decente. Supuesto todo eso, se demostraría lo sencillo que resulta truncar la carrera de cualquier político. Bastaría una denuncia de alguien contra un cargo público, un fiscal que acuse y un juez que abra una investigación y ¡se acabó!

Desprecio a la política

Desprecio a la política / Rosell

Antes de la muerte de Franco y durante la transición española, la dedicación a la actividad política constituía en la mayoría de los casos un ejemplo de dignidad, valentía y altura de miras. En la mayor parte de los casos, el compromiso acompañaba a quienes se dedicaron a esa actividad. La cosa ha ido enredándose de tal manera que ahora esa dedicación -absolutamente necesaria para que la democracia exista- es sospechosa. Lejos de dar brillo, lo que hace es empañar la imagen. Antes, la familia aconsejaba no dedicarse a la política porque resultaba una actividad peligrosa para quienes habían vivido en sus carnes el fracaso de la II República y el terror de la dictadura. Ahora, las familias vuelven a aconsejar la no dedicación porque aparece como una actividad vergonzosa a los ojos de muchos ciudadanos.

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