Pactar es la palabra de moda en el vocabulario del perfecto demócrata. Casi nada se sabe de lo que se quiere pactar. Eso sería lo menos transcendente si se supiera, se pudiera o se quisiera explicar el beneficio de la renuncia y los objetivos del consenso.
Observar la política estadounidense desde la perspectiva europea conduce al error.
EEUU solo tiene una bandera. La nación está llena de ellas. Más que una, parecen millones. Los norteamericanos ponen su mano derecha sobre el pecho en el rincón en el que late el corazón. Los europeos no tenemos una sola bandera. Tenemos 27. La azul con estrellas solo aparece en determinadas obras públicas para indicar que esas obras están financiadas por la Unión Europea.
El sentido común y el afán de supervivencia conduce a los ciudadanos a tratar de evitar peligros que pueden ser esquivados cuando, además, no hay necesidad de correrlos. Si alguien circula con su vehículo por una carretera de dos carriles y percibe que un camión abandona el suyo para dirigirse frontalmente contra el que circula por el carril contrario, el instinto de supervivencia aconseja dar un volantazo para evitar ser arrollado por el camión. Sería absurdo o un acto suicida mantenerse en el sitio sin hacer nada para esquivar el peligro.
Los partidos democráticos de la derecha y de la izquierda identifican al votante influido por el miedo con el populista ideológico
Ya se venía venir. Creíamos que la democracia occidental estaba consolidada. No íbamos a ser tan estúpidos como para dejarnos arrastrar por los Trump, los Salvini, los Le Pen y demás saboteadores de la libertad. Con lo que costó desterrar los discursos racistas, xenófobos, machistas, dictatoriales, sabíamos que quienes se asomaran a la arena electoral con esos pronunciamientos no llegarían ni a la esquina de cualquier colegio electoral. Eso ya no tenía sitio en sociedades hechas y derechas como las nuestras. Quienes se atrevieran a despreciar a las mujeres, a los homosexuales, a quienes tuvieran una piel de color diferente a la «blanca» o una religión distinta de la «verdadera» estarían cavando su tumba en el momento de nacer.
A sociedades amorfas y melifluas, corresponden políticos amorfos y desunidos
Escribo con dudas y con algunas certezas. Y lo hago desde la más absoluta libertad. Estoy en la sobremesa de la vida. Ya pasó la comida y llegó el tiempo de la charla, el comentario, el diálogo con quien quiera hablar, aprender, enseñar, contrastar. Frente a los que piensan que quienes hemos estado en la política activa debemos callarnos, mantengo que, si bien hay una edad reglamentaria para jubilarse laboralmente, no existe una edad para jubilarse de la defensa de las propias convicciones y del intento de querer influir en la sociedad para que no nos precipitemos en el vacío de la incomprensión o la intolerancia. No existe eutanasia política que elimine por motivos de trienios a las personas de sus compromisos con la verdad y con la libertad.