primarias

¿Investiduras?

Pedro Sánchez, en el Senado

Mucho se especula sobre si son muchos o pocos los que se sienten desacoplados en un PSOE que para ellos ha supuesto la entrega de buena parte de sus vidas. Seguramente, como es mi caso, algunos habrá que añoren el PSOE de antes de la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero y de Pedro Sánchez. Ambos son la consecuencia de una decisión adoptada en el Congreso Federal celebrado en Sevilla que alteró significativamente la forma de elección de los dirigentes orgánicos e institucionales en el centenario partido socialista.

El derechímetro

Seguramente esta periodista dice que le dijeron que decían. Y ella va y lo escribe

Susana Díaz. Europa Press
Susana Díaz. Europa Press

Se culpa –y con razón- a las redes sociales de los insultos y de las calumnias que se dicen y escriben desde el más absoluto de los anonimatos. Se pudiera llegar a pensar que quien escribe en un periódico analógico o digital está en posesión de la verdad. Eso no es cierto. Quien tiene ganas de insultar, de mentir, de difamar lo hace en cualquier sitio o lugar.

Para reflexión de los socialistas

Para reflexión de los socialistas / rosell
Para reflexión de los socialistas / rosell

Se presupone que un Congreso de un partido no es un Mercadona donde empujando un carrito se va cogiendo de las estanterías aquello que se necesita para hacer una buena comida. Si cada uno lleva su cesta, cada uno elaborará su menú individualmente. Lo contrario de lo que debe ser un proyecto común, elaborado entre todos los que pertenecen a ese partido y han decidido influir con sus propuestas en un programa avalado por la mayoría.

Y, también, se supone que si se elige al máximo dirigente del partido antes de la celebración del Congreso, sobra el Congreso. Si se le quiere dar validez a la cita orgánica, sobra la elección previa del máximo dirigente. Con el sistema de primarias, o sobra el congreso o sobra la elección anticipada del Secretario General.

La responsabilidad de la militancia socialista

La responsabilidad de la militancia socialista / ROSELL
La responsabilidad de la militancia socialista / ROSELL

España es un país de clichés construidos sobre la nada o la mentira. Las biografías importan poco. Importa la imagen que consigan transmitir de cada uno de nosotros. Desde que se inventó el nefasto sistema de primarias para elegir a los candidatos a la presidencia de los distintos gobiernos, los militantes se dividen en traidores o leales, según se hayan mantenido fieles a una candidatura o hayan desertado de ella para votar a la contraria. Tengo publicados más de una decena de artículos rechazando esa forma de selección del liderazgo y mi renuncia a votar en cualquier proceso donde se enfrenta un militante a otro sin más argumentos que los personales. Nunca voté en unas primarias y, en consecuencia, tampoco voté ni a Pedro Sánchez ni a Susana Díaz cuando se enfrentaron por el liderazgo socialista. No fui al acto que la candidata andaluza celebró en Madrid acompañada de la plana mayor socialista y de lo que periodísticamente se conoce como la vieja guardia socialista. Y tampoco acudí a ninguno de los actos que protagonizo por los mismos objetivos el candidato madrileño.

Sin novedad, señora baronesa

En 1996, Felipe González, tras perder las elecciones frente al PP de Aznar, renunció a repetir como secretario general del PSOE. El nuevo PSOE que a partir de 1974 abanderaron Felipe y Alfonso Guerra junto con una nueva generación de dirigentes socialistas comenzó a declinar y caminar hacia posiciones que poco a poco han generando desconfianza en parte del electorado español.

Ese PSOE, a partir de 1979, defendió con seguridad su proyecto democrático y fue generando confianza en amplias capas de trabajadores de toda clase y condición, en profesionales liberales, en pequeños y medianos empresarios, en pensionistas, en agricultores, etc., y en amplios sectores del mundo de la cultura que apostaron por un proyecto de izquierdas razonable, creíble y posible. El abandono del marxismo supuso establecer una clara frontera entre el comunismo y la socialdemocracia.

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