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“¿Se acabó el ‘procés’?”

Se acabó el procés”. ¿Cuántas veces hemos leído y oído esa frase? Con los indultos a los condenados independentistas, “se acabó el procés”. Con la amnistía para el resto de delincuentes independentistas, “se acabó el procés”. Con la entrada en Barcelona y posterior huida de Puigdemont, “se acabó el procés”. Con la elección, nombramiento y toma de posesión del socialista catalán, Salvador Illa, “se acabó el procés”. Con el Estado Plurinacional, “se acabó el procés”.

¿Debemos pedir perdón?

Son muchas las campañas electorales en las que he participado desde las primeras elecciones generales de 1977. Lo he hecho cuando gobernaban Adolfo Suárez, Calvo Sotelo, Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero, Mariano Rajoy y Pedro Sánchez. Con siete presidentes de Gobierno y en las elecciones autonómicas, desde 1983, hasta las últimas de 2023, en Extremadura y en casi todas las comunidades autonómas, y en las elecciones municipales, desde 1979. Calculo que habrán sido más de setenta campañas electorales. En la única ocasión que me sentí incómodo fue en la de 1982. Tenía la sensación de que tal vez no les estaba diciendo toda la verdad a los asistentes a los mítines en lo relacionado con la opción socialista respecto a la presencia de España en la OTAN.

¿Solo un referéndum?

Las negociaciones entre PSC-PSOE y ERC avanzan en lo referente a la soberanía fiscal de Cataluña. Si, por fin, el acuerdo se materializa, Cataluña se aleja cada vez más del conjunto de España. Con las competencias que le atribuye su Estatuto de Autonomía, más la soberanía fiscal, muchos catalanes, poseedores de una lengua propia diferente del castellano, con una moneda europea, con una policía autonómica, no tendrán prácticamente nada en común con el resto de los españoles. Si sus impuestos se pagan a la administración tributaria catalana, nada queda de interdependencia con el resto de España.

Fuera hace frío

Papeletas de las elecciones catalanas

Daniel Goleman dice en su libro, “Inteligencia Emocional”, que existe una tendencia natural a ver las cosas y los acontecimientos de una manera mucho más complicada de lo que son en realidad. Esa tendencia, continúa Goleman, se acentúa cuando las personas atraviesan situaciones de estrés elevado. Al empresario inglés Richard Branson se le atribuye lo siguiente: “La complejidad es tu enemiga. Cualquier tonto puede hacer algo complicado. Lo difícil es hacer algo simple”.

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