racismo

Cuento sobre el racismo

Un señor de cincuenta y tantos años llegó a su asiento en un vuelo lleno de gente y al llegar y verlo no lo quiso. El asiento estaba al lado de un hombre negro. Enfadado, llamó inmediatamente a la azafata y le exigió un nuevo sitio. Dijo: “No puedo sentarme aquí junto a este negro”. La asistente de vuelo respondió: “Déjeme a ver si puedo encontrar otro asiento”. “Deme su nombre, por favor”. “Abas Ca Ca”, respondió el racista. Después de hacer una comprobación, la azafata volvió y le comunicó: “Señor no hay más asientos en clase turista, pero voy a consultar con el comandante a ver si hay algo en primera clase”.

Con ellos, pero no como ellos

Charles-Louis de Secondat, Barón de Montesquieu, fue considerado uno de los ideólogos fundamentales de la Ilustración. Su pensamiento se enmarca dentro del espíritu crítico de la Ilustración francesa, sobresaliendo rasgos como la tolerancia religiosa, la aspiración de libertad y su concepto de la felicidad en el sentido cívico. Sin embargo patina cuando se refiere al mundo que se encuadra fuera de la cultura europea: “Es imposible que Dios haya puesto un alma en el cuerpo de un negro. Es imposible que esa gente sea humana.” (Montesquieu. El Espíritu de las Leyes).

Para el día de reflexión

un elector introduce su voto en la urna en un colegio

El sistema político español está lleno de imperfecciones y de matices, es decir, todo lo que hay se puede matizar e incluso se podría cambiar. Pretendo poner de manifiesto que si se cambiaran algunas cosas, o se modificaran, seguramente las imperfecciones y los matices seguirían presentes. No conozco ningún sistema político en el mundo que sea perfecto. Se pueden cambiar cosas, podemos ver los defectos que tiene el nuestro. Si lo cambiáramos volverían a aparecer imperfecciones, desafecciones, dudas y matices.

¿Quiénes somos nosotros?

Hemos bautizado a los niños marroquíes con el apodo de menas como si fueran componentes de una banda de criminales que vienen a asaltar nuestro país

Dos niños marroquíes sobre un muro en la nave de primera acogida del polígono del Tarajal. Europa Press
Dos niños marroquíes sobre un muro en la nave de primera acogida del polígono del Tarajal. Europa Press

Usted que está empezando a leerme, piense lo siguiente: su nieta, su hijo, su mujer, su padre o su madre, su hermano han nacido en el África subsahariana. No tuvieron la suerte que tuvo usted y que tuve yo que nacimos en un país como España o como Francia o como Alemania. No hicimos nada para tener esa suerte. Ellos tampoco hicieron nada para tener esa desgracia. A usted y a mí nos criaron nuestros padres. Para no enfermar -o si lo hacíamos- contábamos con un excelente sistema sanitario. Hemos contado con médicos que nos curaron cuando lo necesitamos. Pudimos iniciar nuestro desarrollo intelectual acudiendo a magníficos centros educativos donde nos encontramos con profesores y maestros que nos enseñaron y nos prepararon para poder enfrentarnos a los retos y desafíos de la sociedad. Ellos, que nacieron en esa África subsahariana, no tuvieron esas oportunidades educativas, sanitarias, profesionales y personales. Su único delito fue haber nacido en el lugar equivocado. Nacieron más al sur que nosotros. Como hemos visto en estos días, si muchos de los que se tiraron al agua para llegar a nuestro país hubieran nacido un metro más acá, hubieran gozado de todos los derechos de los que disponemos usted y yo. Solo un metro es la distancia que separa la democracia del autoritarismo, los derechos humanos de la falta de oportunidades, la guerra de la paz.

RETROEXCAVADORA O VOTO

Momento en que la estatua del propietario de esclavos escocés Robert Milligan es retirada en Londres - AFP
Momento en que la estatua del propietario de esclavos escocés Robert Milligan es retirada en Londres – AFP

Una de las consecuencias del asesinato del ciudadano norteamericano George Floyd ha sido la revisión o eliminación de todas aquellas obras que reivindiquen, enaltezcan o destaquen el racismo y el supremacismo de algunas razas sobre otras a las que se consideran inferiores.

Ahora que se anuncia una nueva edición del Teatro Clásico de Mérida, donde se volverán a representar obras de los clásicos griegos, me pregunto que cómo era posible que gente con mentes tan brillantes como Platón, Aristóteles, Pitágoras, Sófocles fundadores de la filosofía, de las matemáticas, de la democracia, no tuvieran ningún problema moral para vivir y convivir con esclavos. No solamente no tenían ningún problema, sino que Platón y Aristóteles escribieron a favor de la esclavitud. Hoy, 25 siglos después, nos parece intolerable. ¿Cómo no les creaba cargo de conciencia esa situación?

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