Rey Don Juan Carlos

Pueblo cainita

Tras su exilio voluntario a tierras árabes, el Rey Juan Carlos I ha vuelto a España en lo que es su segundo viaje. Hay opiniones para todos los gustos. Las que más llaman la atención son los de aquellos ciudadanos que, considerándose republicanos, arremeten contra D. Juan Carlos por sus idas y venidas. Dicen que esos viajes suponen un deterioro para la figura de su hijo, el Rey Felipe VI y, consecuentemente, para la Monarquía parlamentaria española. No se sabe muy bien en donde radica la sinceridad de sus palabras. No es posible entender que un republicano no se alegre de lo que supuestamente deteriora la imagen de la Monarquía. Si esos republicanos son auténticos y sinceros, deberían estar reclamando constantemente la visita del supuesto enemigo de Felipe VI; cuanto más veces venga a España tanto mejor para los objetivos de quienes apuestan por el cambio de modelo de Estado. Así que una de dos: o quienes se preocupan por el daño que D. Juan Carlos infringe a la Monarquía son los auténticos monárquicos españoles o su republicanismo es pura fachada que no se compadece con sus actos y declaraciones.

La Europa de los miedos

Cadáver de un inmigrante en una playa de Fuerteventura. (Reuters)

El pasado 24 de junio, el presidente y los expresidentes del gobierno de España coincidieron en un acto de celebración del trigésimo aniversario de la firma del Tratado de Adhesión a la entonces llamada Comunidad Europea. Celebración que contó con la presencia de quien, por aquel tiempo, ocupaba la jefatura del Estado, Don Juan Carlos I, y con el actual Rey, Don Felipe VI. Esa fecha se ha convertido en uno de los símbolos del imaginario español que, junto con la bandera, el himno, la divisa y la moneda única, identifican a la Unión Europea.

Aficiones y rarezas

Proclamación de Felipe VI
Se habla con frecuencia de la necesidad de acordar un nuevo pacto constitucional para renovar acuerdos y para modificar decisiones. Se olvida o se ignora que, previo al pacto constitucional, existió otro pacto que hizo posible el anterior. Me refiero al pacto institucional, es decir, aquel acuerdo que posibilitó que la derecha aceptara un régimen democrático olvidando el autoritario; que la izquierda apostará por ese mismo sistema, olvidando la revolución y la ruptura, y que los nacionalistas vascos y catalanes aceptaran la realidad unitaria de una España democrática, descentralizada y reconocedora de los hechos identitarios, olvidando la independencia de sus respectivos territorios.

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