Susana Díaz

¿Por ser mujeres?

Casi siempre pasa lo mismo cuando las candidaturas no son de hombres sino de mujeres. Pasan en un santiamén del cielo al infierno

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Europa Press
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Europa Press

Alardeamos tanto de feminismo que cada vez que surge una candidata con posibilidades de ganar unas elecciones autonómicas o generales, inmediatamente sacamos de la chistera uno o dos candidatos para impedir la victoria de la candidata. Basta recordar a Sáenz de Santamaría y a Pablo Casado. La primera fue la preferida de la militancia popular. Cuando dejaron de votar los afiliados, Santamaría y Casado sometieron sus candidaturas a los compromisarios. Ganó el segundo. Cuando surgió una candidata con posibilidades se tuvo la habilidad de ponerle enfrente a un candidato para que ganara a la mujer y así poder seguir presumiendo de partido feminista cortando el paso a las mujeres que tuvieron el coraje de dar el salto en un mundo de hombres.

El derechímetro

Seguramente esta periodista dice que le dijeron que decían. Y ella va y lo escribe

Susana Díaz. Europa Press
Susana Díaz. Europa Press

Se culpa –y con razón- a las redes sociales de los insultos y de las calumnias que se dicen y escriben desde el más absoluto de los anonimatos. Se pudiera llegar a pensar que quien escribe en un periódico analógico o digital está en posesión de la verdad. Eso no es cierto. Quien tiene ganas de insultar, de mentir, de difamar lo hace en cualquier sitio o lugar.

La responsabilidad de la militancia socialista

La responsabilidad de la militancia socialista / ROSELL
La responsabilidad de la militancia socialista / ROSELL

España es un país de clichés construidos sobre la nada o la mentira. Las biografías importan poco. Importa la imagen que consigan transmitir de cada uno de nosotros. Desde que se inventó el nefasto sistema de primarias para elegir a los candidatos a la presidencia de los distintos gobiernos, los militantes se dividen en traidores o leales, según se hayan mantenido fieles a una candidatura o hayan desertado de ella para votar a la contraria. Tengo publicados más de una decena de artículos rechazando esa forma de selección del liderazgo y mi renuncia a votar en cualquier proceso donde se enfrenta un militante a otro sin más argumentos que los personales. Nunca voté en unas primarias y, en consecuencia, tampoco voté ni a Pedro Sánchez ni a Susana Díaz cuando se enfrentaron por el liderazgo socialista. No fui al acto que la candidata andaluza celebró en Madrid acompañada de la plana mayor socialista y de lo que periodísticamente se conoce como la vieja guardia socialista. Y tampoco acudí a ninguno de los actos que protagonizo por los mismos objetivos el candidato madrileño.

Sin novedad, señora baronesa

En 1996, Felipe González, tras perder las elecciones frente al PP de Aznar, renunció a repetir como secretario general del PSOE. El nuevo PSOE que a partir de 1974 abanderaron Felipe y Alfonso Guerra junto con una nueva generación de dirigentes socialistas comenzó a declinar y caminar hacia posiciones que poco a poco han generando desconfianza en parte del electorado español.

Ese PSOE, a partir de 1979, defendió con seguridad su proyecto democrático y fue generando confianza en amplias capas de trabajadores de toda clase y condición, en profesionales liberales, en pequeños y medianos empresarios, en pensionistas, en agricultores, etc., y en amplios sectores del mundo de la cultura que apostaron por un proyecto de izquierdas razonable, creíble y posible. El abandono del marxismo supuso establecer una clara frontera entre el comunismo y la socialdemocracia.

Rostro masculino

Rostro masculino - Rosell
Rostro masculino – Rosell

Se convocaron elecciones generales. La legislatura no daba más de sí. Unos tenían mucha prisa y otros tenían mucho miedo. Algunos deseaban el anuncio de disolución de unas Cortes que nacieron con fórceps, y otros temían perder su situación privilegiada. Lo que está por llegar es una incógnita. Desde 1982 se sabía que gobernaba el PSOE o que lo haría el PP. Estaba instalado el malmirado bipartidismo. Los amantes de emociones fuertes añoraban situaciones que impidieran saber el desenlace final. La aparición de nuevos partidos ha venido a llenar de misterio y de incertidumbre las elecciones generales de 28 de abril próximo. Los más descreídos o los más veteranos -que no tienen por qué ser la misma cosa- saben que apareció la Operación Roca, el CDS, UPyD, Izquierda Unida para llenar de dramatismo el panorama electoral español y, al final, desaparecieron y volvió el agua a su cauce. PP y PSOE parecían ahogarse ante tantas siglas de nuevo cuño, pero fueron quienes mejor aguantaron el chaparrón. Encogieron como encoge un mal tejido cuando se moja, pero, con la que está cayendo, siguen resguardando las esencias del pensamiento liberal conservador y socialdemócrata. Como dice la canción: «Sin novedad señora baronesa».

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