Pueblo cainita
Tras su exilio voluntario a tierras árabes, el Rey Juan Carlos I ha vuelto a España en lo que es su segundo viaje. Hay opiniones para todos los gustos. Las que más llaman la atención son los de aquellos ciudadanos que, considerándose republicanos, arremeten contra D. Juan Carlos por sus idas y venidas. Dicen que esos viajes suponen un deterioro para la figura de su hijo, el Rey Felipe VI y, consecuentemente, para la Monarquía parlamentaria española. No se sabe muy bien en donde radica la sinceridad de sus palabras. No es posible entender que un republicano no se alegre de lo que supuestamente deteriora la imagen de la Monarquía. Si esos republicanos son auténticos y sinceros, deberían estar reclamando constantemente la visita del supuesto enemigo de Felipe VI; cuanto más veces venga a España tanto mejor para los objetivos de quienes apuestan por el cambio de modelo de Estado. Así que una de dos: o quienes se preocupan por el daño que D. Juan Carlos infringe a la Monarquía son los auténticos monárquicos españoles o su republicanismo es pura fachada que no se compadece con sus actos y declaraciones.
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